AGENDA INTERNACIONAL | Por Georg EICKHOFF |

El domingo, 15 de octubre, hubo elecciones regionales en Venezuela. Resultaron ser un peldaño más en el largo descenso del país hacia la dictadura y la miseria. En medio de un gigantesco fraude, el dictador Nicolás Maduro se declaró ganador en 17 de 23 estados. El fracaso de la alianza opositora es tan rotundo que mucha gente siente que ya no tienen un liderazgo creíble de su lado. Lo que queda es una gran tristeza y más ganas de emigrar de Venezuela.

El ex presidente de Colombia Andrés Pastrana comentó las elecciones con una crítica hacia sus amigos en la oposición venezolana: «La única garantía que tiene el que participa en una elección sin garantías es que va a perder», puso en su Twitter.

Esto refleja la discusión entre los mismos opositores. Muchos no estaban de acuerdo con la estrategia de someterse a un proceso donde el Consejo Nacional Electoral viene actuando como un brazo de la dictadura.

También el Secretario General de la Organización de Estados Americanos Luis Almagro expresó un regaño fuerte a la oposición la cual cuenta con su apoyo mucho más allá de la diplomacia fría de un organismo multilateral. «Es muy claro que cualquier fuerza política que acepta ir a una elección sin garantías se transforma en instrumento esencial del eventual fraude, y demuestra que no tiene reflejos democráticos como para proteger los derechos de la gente, en ese caso, el voto», expresó el uruguayo por medio de un video-mensaje, después de consumado el fraude anunciado.

De hecho, la dictadura de Maduro logró dividir la alianza opositora, la Mesa de Unidad Democrática, donde algunos de los derrotados aceptan los resultados de las elecciones y otros denuncian el fraude. Los cinco gobernadores electos en representación de la oposición están ahora presionados de juramentarse ante una asamblea constituyente que a su vez es resultado de un fraude electoral y una violación de la Constitución. Hacerlo profundizará las divisiones y la traición a los presos políticos, los perseguidos y los que cada día se mueren como víctimas del hambre, de la falta de medicamentos y de la violencia desatada.

El objetivo de la dictadura era mermar la credibilidad y fuerza de la oposición involucrándola en sus propias prácticas fraudulentas. Lo ha logrado perfectamente. La población opositora que engloba la gran mayoría de los venezolanos ya no confía en sus líderes muchos de los cuales parecen estar buscando un modus vivendi bajo la dictadura.

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