Por Felipe ARIZMENDI ESQUIVEL, obispo emérto de San Cristóbal de Las Casas |

El Santo Padre Francisco aceptó bondadosamente en este día mi renuncia como Obispo de San Cristóbal de Las Casas, que le presenté el 1 de mayo de 2015, cuando cumplí setenta y cinco años de edad, como indican las normas de la Iglesia. Hoy también el Papa designó a Mons. Rodrigo Aguilar Martínez, hasta ahora Obispo de Tehuacán, como nuevo Obispo para la diócesis de San Cristóbal de Las Casas. Iniciará aquí su ministerio episcopal el 3 de enero de 2018. Desde hoy les invitamos a su recepción.
Doy gracias a Dios y a la comunidad por los casi 27 años de servicio episcopal en Chiapas: Un poco más de 9 años en Tapachula, a donde llegué el 7 de marzo de 1991, y 17 años y medio en San Cristóbal de Las Casas, desde el 1 de mayo de 2000 hasta la fecha.
He procurado mantenerme fiel a lo que dije el día de mi llegada a San Cristóbal: No vengo a competir, ni a destruir, sino a complementar.
Nunca quise competir con mi ilustre antecesor, Mons. Samuel Ruiz García. El abrió caminos que habían sido inspirados por el Espíritu Santo en el Concilio Vaticano II. Luchó arduamente, con persecuciones, por la defensa y la dignidad de los pueblos originarios, para que se respetaran sus derechos. Promovió la paz, siempre con el cimiento de la verdad y la justicia. No se debe perder su herencia pastoral.
No vine a destruir el proceso que llevaba esta diócesis, como muchos temían o esperaban. Ratifiqué el III Sínodo Diocesano, aprobado poco tiempo antes por mi antecesor, y me esforcé para que todos continuáramos el camino de ser una Iglesia autóctona, liberadora, evangelizadora, servidora, en comunión y bajo la guía del Espíritu Santo, en opción preferencial por los pobres. Esto lo plasmamos en el Plan Diocesano de Pastoral.
Mi servicio era complementar la atención pastoral a lo que los signos de los tiempos fueran indicando, y que son retos actuales para la diócesis, como la migración, interna y externa, las traducciones bíblicas y litúrgicas a los idiomas indígenas, la consolidación del diaconado permanente, la promoción de la mujer, la evolución global de la niñez y la juventud, la pastoral urbana, la organización de los catequistas de comunidades, la promoción de vocaciones religiosas y sacerdotales, la renovación del Seminario Diocesano, la pastoral de las familias, la evangelización por los medios de comunicación.
Pido perdón a Dios y a la comunidad por mis deficiencias. Llevaré siempre en mi corazón a estas dos amadas diócesis de Chiapas, cada cual con su historia y sus realidades tan diferentes.
Regresaré a mi diócesis de origen, Toluca, a partir del 4 de enero de 2018, donde me dedicaré, mientras Dios me conceda vida y salud, y de común acuerdo con esa diócesis y con mi diócesis actual, Tenancingo, a escuchar a las personas en confesión y en asesoría espiritual. Me encomiendo a sus oraciones. Muchas gracias.
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