También existe la cristianofobia

CODIPAC – Tuxtla |

La fiesta litúrgica de san Esteban, mártir de la primera generación de cristianos que conocieron directamente a Cristo y de aquellos que se adhirieron a la fe por el testimonio inmediato de los Apóstoles, lleva consigo el tema de la persecución actual de los cristianos en el mundo, persecución en ocasiones expresa y abierta, en ocasiones sigilosa, pero siempre agresiva y violenta.

Desde el principio el cristianismo ha sido una religión que, como el mismo Cristo, sufre ataques y acoso, la historia de San Esteban narrada en el capítulo 7 del libro de los Hechos de los Apóstoles lo atestigua; hoy en día la situación de muchos cristianos en el mundo no ha cambiado mucho a pesar de que del reconocimiento del derecho a la libertad religiosa. La persecución a cristianos crece a pasos agigantados sobre todo en países del continente asiático.

Drama actual

Según las estadísticas de la “Lista Mundial de la Persecución” se enumera cerca de 50 países en los que, en total, alrededor de 215 millones de cristianos experimentan un alto nivel de persecución por ser cristianos. De los seis países cuyo índice de persecución ha crecido más abruptamente en este años son: India, Bangladesh, Laos, Bután y Vietnam; los motivos de esta persecución pueden enumerarse principalmente por la tendencia de estos países a destacar su nacionalismo según afirma el doctor Ron Boyd-MacMillan, director de Investigación Estratégica de Puertas Abiertas Internacional (Open Doors International).

El régimen dictatorial de Pyongyang en Corea del Norte hace que este país ocupe nuevamente el primer lugar en la lista de naciones con mayor índice persecución religiosa por decimosexto año consecutivo, calificando el régimen como uno sin precedentes en su hostilidad hacia la religión.

México ocupa el lugar 47º dentro de los países en los que existe algún tipo de violencia por motivos religiosos hacia los cristianos.

También existe una persecución silenciosa donde quien profesa su fe en la vida ordinaria viene marginado o discriminado por el ambiente secularista que caracteriza la vida social contemporánea.

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