AGENDA INTERNACIONAL | Por Georg EICKHOFF |
La opción preferencial por aquellos millones de nuevos empobrecidos que ha producido el gran laboratorio de la revolución chavista en Venezuela les ha valido a los obispos del país el ataque frontal de los poderosos del momento, en este caso del dictador Nicolás Maduro.
Ante la llamada “Asamblea Nacional Constituyente”, un órgano que es producto del fraude electoral y de la violación de la Constitución y el cual se arroga plenos poderes por encima del parlamento, Maduro acusó, el pasado 15 de enero, a Monseñor Víctor Hugo Basabe, obispo de San Felipe, de haber incurrido en “delitos de odio”. Los “delitos de odio” corresponden a la legislación más reciente de esta misma asamblea (comentada en esta columna de El Observador, el 19 de noviembre de 2017).
En franca violación a la separación de los poderes del Estado, el Presidente Maduro ordenó a la Fiscalía General de la República, a la Defensoría del Pueblo, al Tribunal Supremo y a la Contraloría investigar al obispo.
Fue durante la homilía de bienvenida de la mayor peregrinación popular de Venezuela dedicada a la Divina Pastora (14 de enero de 2018) que reúne cada año a cientos de miles de feligreses en Barquisimeto que Monseñor Basabe había llamado “peste corrupta” al gobierno. Según el “Índice de corrupción” de la organización no gubernamental Transparencia Venezuela, el país es el más corrupto de América Latina, por encima incluso de Haití.
Maduro, en referencia a los obispos venezolanos, expresó ante la asamblea dictatorial: “A esta gente nadie los escucha, nadie cree en estos diablos con sotana. (…) Fue el pueblo del Estado Lara [cuya capital es Barquisimeto] que me alertó de esta cochinada.” También dijo: “Nosotros creemos en Cristo, ya no creemos en intermediarios y menos en estos diablos con sotana.” El dictador también pidió investigar al Arzobispo de Barquisimeto, Monseñor Antonio López Castillo. Acusó a ambos prelados de estar propiciando una guerra civil.
Los ataques del dictador fueron proferidos, con la banda presidencial puesta, durante la presentación de su “Memoria y Cuenta” que efectuó ante la Asamblea Nacional Constituyente en lugar de la Asamblea Nacional (de mayoría opositora) como lo estipula la Constitución. Con ello refleja un gesto del difunto Hugo Chávez quien todavía ante la Asamblea Nacional (en su momento de mayoría chavista) había llamada “troglodita” al Cardenal Arzobispo de Caracas Monseñor Jorge Urosa durante la celebración de la fiesta nacional del 5 de julio 2010, Día de la Independencia, agregando: “Este señor es indigno de llamarse cardenal” y “Este pueblo no es manipulable por sotanas”.
De esta manera, el ataque a los obispos católicos ha pasado a formar parte habitual de las liturgias seculares de la revolución chavista que ha sumergido Venezuela en la mayor crisis de su historia.