En el mes de enero, la Iglesia propone a los cristianos una semana de oración más intensa para pedir y favorecer la unidad de los cristianos, se le denomina “Octavario por la Unidad de los Cristianos” y se realiza del 18 al 25 de enero, es decir, culmina con la fiesta de la Conversión de San Pablo, pues este Apóstol, con su conversión, llegó a ser un gran defensor de la unidad de los cristianos y por ella trabajó sin descanso.
La unidad de la Iglesia tiene su fuente en la unidad trinitaria. El Padre es quien la convoca como pueblo de Dios, el Espíritu Santo la enriquece con sus dones, purificada y santificada por Cristo. La unidad pertenece a la esencia más genuina de la Iglesia.
San Pablo tuvo que batallar duramente para mantener la unidad de sus comunidades. Los cristianos procedentes del judaísmo consideraban a los provenientes de la gentilidad como de segunda clase y se resistían a formar comunidad con ellos. También tuvo que luchar por mantener la unidad interna de las iglesias por él fundadas en las que surgen cismas y divisiones, disputas sobre rangos y diferencias entre quienes proceden de Pablo, Apolo, Cefas o Cristo a la fe.
Circunstancias parecidas a las actuales iglesias cristianas divididas en múltiples confesiones y grupos, en contraste con la voluntad de Cristo, que pidió al Padre que todos sus discípulos seamos uno. Estas divisiones representan un escándalo y un freno para la evangelización, pues el mundo sólo creerá en los cristianos en la medida en que nos vea unidos.
De ahí surge el compromiso en favor de la unidad. Tratar con aprecio y afecto a los cristianos no católicos, ser humildes en la concordia, la paz y la oración.
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