Carmen Elena VILLA | El pueblo católico |

Este año se conmemoran 50 años de la publicación de la encíclica Humanae Vitae, en la que el papa Pablo VI habló del amor conyugal ante los nuevos desafíos que se presentaron en aquella época. Por ello ofrecemos una breve síntesis de este importante documento que aún tiene hoy una gran vigencia.

¿Cuál es el tema de la Humanae Vitae?

Es la regulación de la natalidad. El mensaje central de este texto es que el uso de los métodos anticonceptivos es un acto moralmente malo por tratarse de la separación en el acto conyugal el aspecto unitivo y procreativo.

¿Quién la escribió?

Pablo VI, quien fue el papa de la Iglesia Católica entre 1963 y 1978. Para ello se asesoró de una comisión de estudio que había creado su antecesor, el papa San Juan XXIII, compuesta por 58 sacerdotes (entre ellos Karol Wojtyla, quien se convirtió luego en Juan Pablo II) también algunas parejas de casados y mujeres laicas.

¿Cuándo se escribió y qué situación vivía el mundo en aquel entonces?

Esta encíclica fue publicada el 25 de julio de 1968. El mundo atravesaba la llamada revolución sexual, con la aparición de la píldora anticonceptiva en 1960 y la creciente preocupación por la sobrepoblación con una visión alarmista y basada muchas veces en proyecciones numéricas exageradas. Comenzó a darse una creciente desconexión entre las relaciones sexuales, el amor y la responsabilidad. Muchos sacerdotes y agentes pastorales estaban confundidos y no sabían cómo orientar a los fieles sobre temas de sexualidad. Por ello era necesario un pronunciamiento de parte de la Iglesia.

¿Ofrece la Humanae Vitae alguna propuesta para la regulación de la natalidad?

Si. Tras un discernimiento basado en razones justas, si se determina que no es voluntad de Dios tener un hijo por el momento, el Papa propone usar los ritmos naturales creados por Dios. Propone abstenerse de tener relaciones sexuales durante los períodos de fertilidad de la mujer, lo cual permite una mayor comunicación entre los esposos y un recto ordenamiento de los impulsos sexuales. Al contrario que los anticonceptivos, esta práctica de la continencia periódica promueve la virtud de la castidad en el matrimonio.

¿Cómo reaccionó el mundo frente a esta nueva encíclica?

Desde muchos sectores llegaron fuertes críticas a Pablo VI por su postura, según ellos, legalista, ultra-conservadora y cerrada al progreso. También dentro de la misma Iglesia hubo reacciones en contra o un tanto ambiguas. Pero Pablo VI fue muy valiente en ir contracorriente ante un mundo que imponía de manera muy agresiva nuevos estereotipos para la vivencia de la vida sexual en la que se desliga del compromiso y del amor.

¿Tenía razón el Papa al criticar tan duramente los métodos artificiales de control de la natalidad?

El Papa señaló en esta encíclica algunas consecuencias del uso de los anticonceptivos como son una mayor propagación de la infidelidad conyugal, la degradación general de la moralidad, un inicio de la vida sexual más precoz, la pérdida del respeto y la utilización de la mujer con fines egoístas y la intervención excesiva de las autoridades gubernamentales en la vida conyugal, algo que compete solo a la intimidad de cada pareja. Cincuenta años después vemos cómo estas consecuencias se han hecho reales y han convertido en banal algo tan sagrado como es el acto sexual.

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