Quince estudiantes de secundaria y universitarios han preparado las meditaciones, dividiendo las estaciones según “lo que vino de sus corazones” para leer el Vía Crucis. El grupo está coordinado por el prof. Andrea Monda, Licenciado en Derecho y Ciencias Religiosas, escritor y ensayista. Los jóvenes son estudiantes de una escuela secundaria romana de Letras, donde el prof. Monda enseña Religión.
Quince jóvenes explorarán temas como el significado de la justicia, el escándalo de la cruz, el diálogo y la confrontación. Según Andrea Monda dijo que le pidió que fueran lo que son, que no pensaran que debían escribir textos teológicos, que no estuvieran condicionados por el hecho de que se leería ante el mundo, ante el Papa”. Les dijo que se imaginaran la Ciudad de Jerusalén, aquel viernes de hace más de dos mil años.
El Papa quiere escuchar a los jóvenes, y lo pide en el año en que la Iglesia dedica espacio a ellos, con el Sínodo en octubre, el Pontífice ha querido que la Pasión de Cristo sea meditada por las nuevas generaciones.
El Viernes Santo, durante el recorrido de las 14 estaciones se escucharán temas sobre “El sentimiento de la injusticia de la condena de Jesús, el escándalo y el carácter incomprensible de este misterio”; “La paradoja de la cruz, que solo en una dimensión de fe se entiende como un instrumento de salvación y no un absurdo que aplasta el sentido de la justicia y la humanidad”.
Los jóvenes también plantearon puntos de reflexión, señala el profesor: la lectura de las caídas y los rumbos de Jesús como anuncio previo de la Resurrección, también signo de la fuerza de Jesús que no da la última palabra a la muerte; la realidad de los inmigrantes vistos en el despojo de Jesús porque ellos también son “despojados de todo, pero no pierden su dignidad”; en el misterio de la muerte de Jesús, la observación de que la muerte es “algo que no queremos ver, que desechamos”.
El mensaje que surge de las meditaciones de los jóvenes es el deseo de ser acompañados en el camino de la vida, sin ser juzgados ni compadecerse, recalca Andrea Monda: “Acompañado por Cristo se encontró en el Vía Crucis; que tropieza y sufre, y que, abandonado, abandonado, puede entender bien la vida del adolescente y del joven que tiene que enfrentarse al mundo a menudo sin puntos de referencia”.
Hace cinco años, Benedicto XVI le había pedido a algunos jóvenes libaneses que dieran voz a las meditaciones del Via Crucis, quienes bajo la guía del Patriarca de Antioquia de los maronitas, el cardenal Béchara Boutros Raï, manifestaron sus ansías y las expectativas de los pueblos de Oriente medio.