1. Analizar el testimonio personal de los candidatos: qué tan honestos son, qué tan transparentes en sus negocios, qué tan buenos administradores de los bienes públicos, qué tan libres y generosos para poner sus propios bienes al servicio de los demás.
  1. Hay que analizar el historial del círculo inmediato de sus colaboradores, porque algunos corruptos se han sumado a determinada opción partidista sólo por la esperanza de ganar un puesto, no por convicciones ideológicas, ni porque sean muy ejemplares en su vida.
  1. Hay que conocer las medidas legales y morales que ofrecen para cumplir lo que prometen en este punto, pues no es fácil acabar con esta epidemia de la corrupción.
  1. ¡Cuidado! ¡Puede haber corruptos entre quienes prometen acabar con la corrupción!
  1. No nos dejemos embaucar por la propaganda electoral. Analicemos bien quién de los candidatos puede realmente combatir la corrupción con la mayor eficacia posible, sabiendo que el país depende de la honestidad de todos los ciudadanos y no sólo de las autoridades.

Felipe Arizmendi Esquivel, obispo emérito de San Cristóbal de las Casas

Extractado del artículo «¿Es posible acabar con la corrupción?»

 

Publicado en la edición impresa de El Observador 20 de mayo de 2018 No. 1193

 

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