Por José Francisco González González, obispo de Campeche |

Juan el Bautista es un personaje atípico. No es una personalidad en serie. Él se distingue, incluso en la manera como Jesús dice de él: “No hay más grande nacido de mujer que Juan el Bautista”.

El nacimiento de Juan, ya indica, en parte, su personalidad. Él no nació de unos padres jóvenes, fuertes, en el florecimiento de la fecundidad. Sus padres no habían podido tener hijos. La esterilidad era un estigma que les había acompañado toda la vida. Pero la fe inquebrantable les hacía poner totalmente sus confianzas en Dios.

Es así, que su madre Isabel concibe. Nadie lo esperaba. No había esperanzas. Sin embargo, allí está la respuesta de Dios a la petición confiada del matrimonio creyente. Esa concepción atípica va a ser signo de la promesa, aún más inesperada, que va a recibir María de Nazaret. La Virgen no ocupaba razones lógicas para creer. Ella cree en Dios porque en Él ha puesto toda su confianza.

SILENCIO, ORACIÓN Y COHERENCIA

La grande figura profética del Bautista se enmarca en tres características, vividas de modo pleno y constante: La vida de silencio. La “casa” donde habitaba Juan era el desierto, donde no hay nada. En el silencio de soledad se pueden tomar dos rumbos: o se embota la mente o se tiene un encuentro profundo con la divinidad. En el caso del Bautista fue lo segundo.

El silencio no basta por sí mismo. Se requiere como ‘conditio sine qua non’ para la oración. La vida de oración está envuelta en renuncias y penitencias. El Bautista vive con poco. Come langostas y miel silvestre. Viste con parquedad: piel de camello. Sus aspiraciones no son cubrir apariencias sociales ni ir al último grito de la moda. Esa característica también es alabada por Jesús: “cuando fueron al desierto, ¿qué fueron a ver? ¿un hombre que banqueteaba y vestía elegantemente?”.

La pregunta retórica de Jesús ya incluye, implícitamente, la respuesta: No. Juan vivió desapegado de los bienes temporales. Sólo así, la oración tiene ligereza, para elevarse a Dios. Coincide el modo de vivir de Juan, con la primera Bienaventuranza.

Y, por último, un hombre coherente. La coherencia lo hace ser valiente. No se ‘vende’ al rey, no le da sobadas al hombro en las tropelías y excesos que comete. Todo lo contrario, le echa en cara, con valor profético, que su modo de vivir no es el correcto, vive en adulterio con la mujer de su hermano.

Sólo quien ordena su vida y la lleva adelante con coherencia, se atreve a denunciar el mal de modo genuinamente profético y en libertad de intereses mezquinos. Para decir, hay que hacer; y para hacer, hay que decir. Incluso, al mismo rey Herodes le gustaba oír la denuncia del Bautista, porque ante la Verdad, la mente y el corazón humanos se sienten atraídos, si bien, la perversión moral puede torcer y desviar esta inclinación,

NUEVA CUASI PARROQUIA

En este día de san Juan Bautista, hoy, se celebra la fiesta de la parroquia de Dzibalchén, en los “chenes”, decanato de Camino Real. Pero también, hoy se apertura una nueva experiencia pastoral con la creación de una Cuasi Parroquia: La Santa Cruz y San Cristóbal Magallanes, teniendo a su cargo 18 ejidos. La sede es el poblado de Narciso Mendoza, Xpujil.

Encomendamos a Dios al sacerdote encargado de llevar adelante estos primeros pasos de cercanía y misión. Agradecemos la intensa atención pastoral ofrecida por los sacerdotes que han estado en San Isidro Labrador (Xpujil), quienes han favorecido la madurez cristiana y pastoral de esta nueva realidad eclesial.

¡San Juan Bautista, intercede por nosotros!

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