Cristóbal Vega Prado es cronista del municipio de Colón, Querétaro (México). Originario de uno de los barrios más antiguos del pueblo de Colón, tiene una década dedicándose a recuperar la memoria histórica del lugar -en la que la gesta heroica de los cristeros tiene un lugar muy importante-, a fin de conservarla para las nuevas generaciones

Por Chucho Picón

¿La historia de los cristeros de Colón estuvo mucho tiempo reservada?

Estuvo reservada debido a las amenazas y al miedo de toda la población a ser descubiertos. Hay que darle crédito a un personaje muy importante, don Marcelo de León, que es el que empieza con el rescate de la memoria de los cristeros. A raíz de eso publicó dos libros sobre el tema, y fue cuando nació en mí la inquietud de darle continuidad a este rescate histórico.

Don Marcelo de León pudo recuperar muchos testimonios gracias a que le tocó vivir con los contemporáneos de la Cristiada, con los cuales platicó de frente, preguntándoles sobre sus sentires y sobre las cosas que ocurrieron antes, durante o después de los combates; y eso es lo que él nos transmite en sus dos libros.

¿Cuándo y por qué entra la gente del pueblo de Colón en el movimiento cristero?

Son varias las hipótesis acerca de por qué Colón, siendo tan distante de lugares donde inició la guerra cristera, como son Jalisco, Zacatecas y Michoacán o Guanajuato, también se sumó a ésta.

Hay elementos muy importantes que hay que tener en cuenta: el primero es que el sacerdote Manuel Frías, párroco de Colón, era hermano del general Manuel Frías, así que había un elemento de contacto y de acercamiento a través de reuniones, por lo que se pudo enlazar a la gente de Colón a personas como Agripina Montes, Norberto García de la Vega, J. Jesús Hernández Nieves… En fin, muchos que dependen de este carisma del general y del sacerdote.

Colón fue el único municipio de Querétaro que participó en la guerra cristera. Hubo gente de Jalpan, como el combatiente Juan Carranza; sin embargo, por la ubicación geográfica de la sierra era más fácil que los de allá vinieran a participar en el movimiento de Colón y desde ahí organizar todo bajo las órdenes del general Manuel Frías. Además, Colón tenía la ventaja de la de las vías de comunicación: el ferrocarril hacía muy fácil el trasladarse, transportar armamento, mantener contacto con la ciudad de México y con la capital del estado. Asimismo, se podía prever la llegada de los federales.

¿Quiénes son los principales protagonistas, los principales líderes que encabezaron la gesta heroica de los cristeros de Colón?

Los menciono por el grado que se les asignó:

El general Manuel Frías, originario de Celaya, del cual algunos dicen que era soldado y, otro, que era capataz de una hacienda. Norberto García de la Vega, teniente coronel, comerciante y, como ya había comentado, también fue regidor del ayuntamiento. Agripina Montes, una mujer valiente que rompía los esquemas de la época; anduvo en el cerro combatiendo entre puros hombres. J. Jesús Hernández Nieves, conocido como «el mártir de Ocotillo». Fue el primero en morir en combate, junto con el cristero Gregorio Chavero, que venía de Victoria, Guanajuato. A Sotero Nieves no lo podemos dejar fuera. Fue uno de los primeros que mueren, aunque no en combate pero sí por defender la fe.

¿Se salvó la imagen original de la Virgen de Soriano?

Así es; la imagen original es la que podemos ver actualmente en la Basílica, y es el motivo de peregrinar durante sus dos fiestas del año.

Por el cierre de los templos se había creado una comisión para resguardar el templo, y la imagen de la Virgen era llevada de un espacio a otro: en alguna casa, en alguna cueva, en un negocio, etcétera. Uno de los lugares donde la imagen estuvo guardada fue la casa de doña Margarita Ugalde, donde después se hizo una capilla dedicada a la Virgen de los Dolores.

¿Cómo fue el final del general Frías, de Norberto y de Agripina Montes?

Ninguno de ellos murió en combate, sino que, como pasó después de la guerra con muchos otros cristeros, murieron a traición o enjuiciados durante la segunda Cristiada o el reparto agrario.

Norberto García murió el 8 de agosto de 1937. Tenía pocos meses de haberse casado con la hija del general Frías. En el caso de Agripina Montes, después de participar en el combate de Ejido Patria fue perseguida por lo que tuvo que huir. Al cumplirse los 50 años del levantamiento cristero, Agripina visitó Cólón, y manifestó su intención de llevar a todos sus hermanos cristeros al monumento de Cristo Rey, en Silao, Guanajuato. Y es precisamente en este lugar donde hoy reposan los restos de Agripina.

En cuanto a J. Jesús Hernández Nieves, sus restos están en la parroquia de Colón; él murió en 1928.

Y al final, ¿hubo consecuencias negativas para el pueblo de Colón por haberse involucrado en la defensa de la fe?

Hubo consecuencias desde el mismo levantamiento: a las madres de los cristeros las amenazaban con apresarlas. Hubo repercusión con la gente que no se fue al cerro sino que se quedó en el pueblo, porque les achacaban delitos, como el del corte del telégrafo. Todo esto causó miedo o histeria al interior del pueblo.

Pero los pobladores decidieron hacer el juramento de no revelar varias cosas, entre ellas el paradero de la imagen de la Virgen de los Dolores, y el lugar de los túneles que hay en la cabecera municipal y que eran el escape natural de los cristeros, construidos mucho años antes.

El castigo más significativo fue la parte económica: durante 50 años Colón fue castigado con cero presupuesto, cero mejoras materiales. Muchas familias tuvieron que salirse del pueblo porque la industria no pudo mantenerse. En Colón había fábrica de sodas, fábrica de sopas, fábrica de jabón, fábricas de aguardiente; además había mesones y tiendas de todo, pues Colón era muy próspero, y todo eso se acabó.

¿Se puede decir que los cristeros lograron su objetivo?

Sí, lograron su objetivo al punto de que la parroquia continúa firme, de pie. Además se ha ido rescatando el testimonio de los cristeros, y eso es muy valioso: que se siga hablando de este movimiento y de los motivos por los que se levantaron.

 

Publicado en la edición impresa de El Observador del 8 de julio  de  2018 No. 1200

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