La historia oficialista y liberal mexicana ha enseñado por generaciones así la historia en las escuelas y libros de texto: que Iturbide es persona non grata  por haber sido un monarquista y un «traidor».

Pero el hecho es que Agustín de Iturbide fue quien logró la independencia de México, además de que inyectó una verdadera  conciencia de patria, de unidad, de pertenencia y de autodeterminación.

En justicia habría que decirse que Iturbide es el verdadero libertador de México y Padre de la Patria,  pues sin él nunca hubieran valido la pena los hechos de la Corregidora, de Hidalgo, de Allende, de Aldama, de Morelos, de Guerrero, etc.

La noche del 18 de mayo de 1822 todo el pueblo aclamó a Iturbide como primer emperador de México. Al día siguiente el Congreso Nacional, conformado por iturbidistas, borbonistas y republicanos, confirmó a don Agustín como cabeza del imperio.

Pero Iturbide no logró que congeniaran las tres corrientes políticas en el Congreso. Y los borbonistas se volvieron hostiles al emperador porque no deseaban a un mexicano reinando, sino a un español de sangre azul; muchos antiguos insurgentes, por envidia, provocaban tropiezos al gobierno; y los republicanos, que conformaban el sector liberal masónico y, por tanto, anticatólico, hicieron de todo para impedir que se emitiera una constitución, porque ésta debía cumplir con las promesas del Plan de Iguala o de las Tres garantías, que incluía el reconocimiento de una república imperial (o sea con monarca) y la conservación de la fe católica.

El descrédito  en que cayó el Congreso Nacional fue tal que diputaciones provinciales, corporaciones, comunidades, jefes y cuerpos del ejército, pidieron la disolución del Congreso. Las provincias se negaban a pagar su dieta a unos diputados inútiles.

El Congreso, pues, ni mandaba ni dejaba mandar, así que Iturbide lo disolvió.  Pero el emperador  no quería una monarquía absoluta, sino división de poderes para cumplir sus promesas redactadas en el Plan de Iguala y en los Tratados de Córdoba, por eso ideó entonces la formación de la  Junta Nacional Instituyente, conformada con aquellos congresistas que aún estaban dispuestos a colaborar con él para establecer las bases del naciente país; pero sus opositores conspiraron, hicieron estallar las revueltas y, finalmente, con la ayuda de Estados Unidos, inició el levantamiento de Antonio López de Santa Anna, que logró la abdicación de don Agustín y su destierro.

Leyenda negra

Pero los liberales —los cuales tuvieron el control total de México hasta finales del siglo XX— se encargaron de difamar al Padre de la Patria  como frío, intolerante, cruel, tirano, ambicioso, cobarde y traidor; la historia oficialista creó toda una leyenda negra en torno al Libertador.

Sin duda Iturbide debió tener muchos defectos y cometido muchos errores, pero no más que los que sucedieron en la vida de los demás insurgentes, comenzando por el cura Miguel Hidalgo.

Este 19 de julio, cuando se cumplen 194 años del asesinato de Iturbide en Tamaulipas, sería justo hacer memoria histórica de este héroe nacional y comenzar a trabajar por elevarlo al lugar que le corresponde.

Redacción

TEMA DE LA SEMANA: ITURBIDE, EL GRAN OLVIDADO DE LA HISTORIA

 

Publicado en la edición impresa de El Observador del 15 de julio de 2018 No.1201

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