Solía afirmarse que cuando el soviético Yuri Gagarin se convirtió en 1961 el primer humano en viajar al espacio exterior, afirmó irónicamente algo así como: «Estoy en el cielo y no veo a ningún Dios aquí arriba». Pues bien, no fue un hecho histórico, sino una leyenda propagandística inventada y utilizada por el ateísmo socialista; las supuestas palabras no aparecen en el registro textual de sus conversaciones con la base en Tierra.
Gagarin había sido bautizado en la Iglesia Ortodoxa Rusa, su madre era muy religiosa, y él bautizó a su hija Yelena poco antes de subirse a la nave.
En una entrevista hecha en 2006 al coronel Valentín Petrov, amigo de Gagarin, el militar aseguró que el cosmonauta nunca dijo esas palabras y que la cita se originó en un discurso del Secretario General del Partido Comunista, Nikita Jruschev, que en un discurso antirreligioso en el Comité Central de la Unión Soviética dijo: «Gagarin voló al espacio, pero no vio ningún Dios allí».
Pero no es el único caso de fe entre astronautas. En la misión Apolo 8, sus tripulantes Frank Borman, Jim Lovell y Bill Anders se encontraban en el espacio en vísperas de Navidad, así que enviaron una felicitación al mundo:
«Estamos cerca de la Luna, y la tripulación del Apolo 8 tiene un mensaje que le gustaría compartir», dijeron. Y entonces Anders comenzó a leer el inicio de la Biblia: «En el principio, Dios creó el cielo y la Tierra…», y los tres astronautas se fueron turnando la lectura de los versículos hasta llegar al número 15: «Y Dios hizo dos lumbreras grandes, la mayor para alumbrar del día y la menor para alumbrar de la noche». Y finalizaron: «Buenas noches, buena suerte, feliz Navidad y que Dios les bendiga a todos».
A raíz de ello, la activista atea Madalyn Murray demandó a la NASA. Y aunque la Suprema Corte desestimó el caso, desde entonces el organismo espacial exigió a sus astronautas máxima discreción religiosa.
Por eso las cuestiones de fe durante la misión Apolo 11, en 1969, no salieron entonces a la luz. De Neil Armstrong no se conoce que hiciera ninguna manifestación religiosa, pero de sus dos compañeros sí.
Edwin Aldrin, apodado «Buzz», segundo ser humano en pisar el suelo lunar, era protestante presbiteriano, y la segunda noche en el satélite extrajo una cajita que contenía pan y vino, y, antes de consumirlos, comenzó su oración leyendo el versículo de san Juan 15, 5: «Yo soy la vid y vosotros los sarmientos. El que permanece unido a Mí y yo a él, da mucho fruto, porque sin Mí no podéis hacer nada».
Eso lo relató el propio astronauta en el libro que publicó en 1973, «Regreso a la Tierra». También cuenta que, antes de regresar al módulo lunar, puso sobre la superficie de la Luna un papel donde había escrito este párrafo del salmo 8: «Cuando veo los cielos, obra de tus manos, la Luna y las estrellas que creaste, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para que de él te preocupes?».
A Michael Collins, que era cristiano católico, no le tocó descender en el módulo lunar, sino que debió permanecer en el espacio, dirigiendo el módulo de mando. Pero igual dejó constancia de su fe en Dios porque en una de las paredes internas de la nave dejó escrito: «Nave espacial 107. La mejor creada. Que Dios la bendiga».
Tema de la semana: El hombre pisa la luna
Publicado en la edición impresa de El Observador del 22 de julio de 2018 No. 1202