P. Fernando Pascual

En numerosos debates y polémicas, suelen aparecen declaraciones y textos en los que se afirma que tal o cual personaje no actuará ni se pronunciará sobre los asuntos en cuestión.

Esas declaraciones y textos miran hacia el futuro y, con seguridad más o menos convincente, indican lo que no hará una persona concreta.

La realidad futura, sin embargo, es mucho más misteriosa e imprecisa de lo que podamos imaginar. Por eso, las declaraciones sobre lo que el futuro harán o dirán las personas deberían ser mucho más cautas.

Cuando una persona hoy considera que mañana ocurrirá o no ocurrirá algo, necesita ser consciente de que los hechos futuros dependen de muchos factores.

Si, además, muchos hechos futuros se producirán desde los pensamientos y las opciones, muchas veces cambiantes, de otros, la indeterminación resulta mucho mayor.

Por eso, la prudencia lleva a reconocer esta indeterminación sobre el futuro y limitarse, con una sana cautela, a decir: «por ahora no parece que esta persona hará en el futuro declaraciones sobre el tema en cuestión».

Por ahora… porque el tema está abierto, porque las personas pueden acoger nuevos motivos para cambiar de parecer, y porque el futuro tiene una apertura de escenarios inimaginable.

Respecto del futuro, por lo tanto, lo mejor es medir bien las propias afirmaciones para no tener mañana que contradecir con los actos lo que hoy se había afirmado.

Las acciones futuras tienen un halo de misterio que superan las mejores previsiones. Las afirmaciones sobre las mismas son correctas solo si se reconoce lo mucho de indeterminado que las rodea, y las enormes posibilidades de cambio que caracterizan los procesos de la historia humana.

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