Así lo explicó Benedicto XVI: «El apóstol Pablo nos invita a preparar la ‘venida del Señor nuestro Jesucristo’ (I Tes 5,23) conservándonos irreprensibles, con la gracia de Dios. Pablo usa precisamente la palabra «venida», en latín adventus, de donde viene el término Adviento.
«Reflexionemos brevemente sobre el significado de esta palabra, que puede traducirse como ‘presencia’, ‘llegada’, ‘venida’. En el lenguaje del mundo antiguo era un término técnico utilizado para indicar la llegada de un funcionario, la visita del rey o del emperador a una provincia. Pero podía indicar también la venida de la divinidad, que sale de su ocultación para manifestarse con poder, o que es celebrada presente en el culto. Los cristianos adoptaron la palabra «adviento» para expresar su relación con Jesucristo: Jesús es el Rey, que ha entrado en esta pobre «provincia» llamada Tierra para visitarnos a todos…
«Con la palabra adventus se pretendía sustancialmente decir: Dios está aquí, no se ha retirado del mundo, no nos ha dejado solos. Aunque no lo podemos ver y tocar como sucede con las realidades sensibles, Él está aquí y viene a visitarnos de múltiples maneras.
«El significado de la expresión ‘adviento’ comprende, por tanto, también el de visitatio, que quiere decir simple y propiamente ‘visita’; en este caso se trata de una visita de Dios: Él entra en mi vida y quiere dirigirse a mí…
«El Adviento, este tiempo litúrgico fuerte, nos invita a detenernos en silencio para captar una presencia. Es una invitación a comprender que cada acontecimiento de la jornada es un gesto que Dios nos dirige, signo de la atención que tiene por cada uno de nosotros…
«Otro elemento fundamental del Adviento es la espera, espera que es al mismo tiempo esperanza. El Adviento nos empuja a entender el sentido del tiempo y de la historia como kairós, como ocasión favorable para nuestra salvación…
«El hombre, en su vida, está en constante espera… La esperanza marca el camino de la humanidad; pero para los cristianos está animada por una certeza: el Señor está presente en el transcurso de nuestra vida, nos acompaña y un día secará también nuestras lágrimas. Un día no lejano, todo encontrará su cumplimiento en el Reino de Dios, Reino de justicia y de paz».
Redacción
EN ESPERA DE SU SEGUNDA VENIDA
El Adviento se refiere, desde luego, al tiempo de espera para conmemorar la venida histórica, hace dos mil años, de Dios mismo hecho hombre (la Natividad).
Pero la dimensión del Adviento está incompleta si se deja de lado la Segunda Venida o manifestación definitiva de Jesucristo hacia el Fin de los Tiempos. Ésa es la verdadera meta de la historia, y la actitud del cristiano debería de ser de constante espera.
Sin embargo, ya denunciaba el 25 de julio de 1996 el futuro Papa Benedicto XVI, entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal Joseph Ratzinger, en una carta dirigida al presbítero Alfredo Sáenz, que la cuestión del fin del mundo es «frecuentemente objeto de… programado olvido».
Un «programado olvido», es decir, un olvido consciente, porque la gente está cómoda en este mundo y, por tanto, prefiere no pensar en el fin del mundo y, por tanto, tampoco en ese Segundo Adviento de Jesucristo.
Ya convertido en sucesor de san Pedro, Benedicto XVI explicaba en la audiencia general del 12 de noviembre de 2008: « Ciertamente, no queremos que venga ahora el fin del mundo. Pero, por otra parte, queremos que acabe este mundo injusto. También nosotros queremos que el mundo cambie profundamente, que comience la civilización del amor, que llegue un mundo de justicia y de paz, sin violencia, sin hambre. Queremos todo esto. Pero ¿cómo podría suceder esto sin la presencia de Cristo?…
«Podemos y debemos decir también nosotros, con gran urgencia y en las circunstancias de nuestro tiempo: ‘¡Ven, Señor!…’. En este sentido oramos con san Pablo: ‘¡Maranà, thà! ¡Ven, Señor Jesús’!».
TEMA DE LA SEMANA: PREPARADOS PARA EL ADVIENTO
Publicado en la edición impresa de El Observador del 25 de noviembre de 2018 No.1220