1 El Adviento es tiempo de preparación espiritual

El gran llamado para el Tiempo de Adviento es el que clamó san Juan Bautista: «¡Preparen el camino del Señor, enderecen sus sendas!» (Mt 1, 2-3).

Pasar este tiempo concentrados en preparar o asistir a fiestas, reuniones y brindis, o comprando regalos, haciendo visitas, etc., no es vivir verdaderamente el Adviento. Preparar el camino al Señor tiene una implicación claramente espiritual. Todo lo demás puede ser muy bonito, pero no es importante.

Si los compromisos sociales nos mantienen saturados y agobiados todo el tiempo de Adviento, entonces hay que aprender a decir «no» algunas veces, y así entrar en un espacio de silencio que dediquemos a las cosas del Señor.

2 El Adviento es penitencial

Aunque la espera del Adviento es, sin duda, de carácter festivo, también tiene un carácter penitencial, lo que implica un incremento en la oración, el ayuno, las obras de misericordia y los sacrificios.

Ciertamente la Instrucción General del Misal Romano describe el Tiempo de Adviento como un período de «devota y gozosa espera», sin mencionar la penitencia; pero el color litúrgico que se utiliza es el morado, igual que en el Tiempo de Cuaresma, y en ambos se omite el Gloria in excelsis en el Santo Sacrificio de la Misa.

Sin duda el carácter penitencial de la Cuaresma es mucho mayor; por ejemplo, el Código de Derecho Canónico obliga a practicar dos días de ayuno, mientras que para el Adviento no se estipula ninguno. Las flores y el órgano están prohibidos en la Cuaresma (no simplemente desalentados), pero pueden usarse en Adviento «con esa moderación que se ajusta a la naturaleza de esta temporada».

Es decir, la liturgia post-conciliar de la Iglesia occidental ya no hace un llamado tan intenso a la penitencia en Adviento como en Cuaresma, pero ella nunca debería faltar, aunque sólo se practique a título personal. En la liturgia de las Iglesia orientales, en cambio, la penitencia eclesiástica sigue vigente, de manera que en el Adviento todavía se observa lo que se conoce como el Ayuno de Felipe, que tiene lugar a partir del 15 de noviembre hasta Navidad.

Obviamente, de todas las prácticas penitenciales posibles, aquella que ningún cristiano debería omitir durante el Adviento es el sacramento de la Penitencia.

3 El Adviento es mariano

El Adviento es un tiempo intensamente mariano. De la Santísima Virgen, que llevó a Jesús en su seno, hay que aprender a estar pendientes de la llegada gozosa del Señor, tanto de la Primera (la Natividad, que los cristianos conmemoran el 25 de diciembre) como su Segunda Venida.

Hay que dejarse conducir por María Santísima y esperar con Ella. ¿Es algo materialmente posible? Sí, ya ocurrió históricamente cuando el naciente pueblo mexicano se dejó conducir y formar para aceptar el regalo que la Virgen de Guadalupe le vino a traer a toda América: su Hijo Jesucristo.

TEMA DE LA SEMANA: PREPARADOS PARA EL ADVIENTO

Publicado en la edición impresa de El Observador del 25 de noviembre de 2018 No.1220

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