Por Antonio Maza Pereda

“Los ancianos soñarán sueños y los jóvenes verán visiones” Joel, 1, 3

“Les escribo a ustedes, jóvenes, porque son valientes, permanecen fieles a la palabra de Dios y han vencido al maligno” 1 Juan, 2, 14

Como cada tres años, en algún país católico, se celebra la Jornada Mundial de la Juventud. Este 2019 toca el turno a Panamá. Bajo el lema muy mariano: “He aquí a la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” centenares de miles de jóvenes de todo el mundo se reunirán con el Papa Francisco y los unos con los otros.

No es un tema menor. Ellos son el presente y el futuro de la Iglesia. Ellos, bajo el ataque del mal, vencen cada día al maligno. Tienen visiones, ven lo que otros, con nuestros ojos ya cansados, no podemos ver. Ven, como dice el poeta lo que puede ser, mientras otros vemos lo que es.

Nosotros, la Iglesia, a veces vemos con miedo a los jóvenes. Y hacemos mal. Ellos no son solo nuestro futuro. Son nuestro presente. De ellos sacamos valentía y la visión de lo que debemos construir. Pero a veces nos negamos a aprender de ellos.

Claro, hablamos de los jóvenes en años, pero también hay viejos con espíritu joven como a veces hay jóvenes con espíritu avejentado. Pero, por supuesto, esos casos son excepciones. La valentía, la visión está mayormente presente en los jóvenes.

La sociedad, los países, víctimas de un invierno demográfico y una ancianidad del espíritu están buscando como recuperar a los hijos de sus migrantes, para renovar sus poblaciones avejentadas. Ofreciendo dobles nacionalidades a los descendientes de aquellos que emigraron de sus países. Los motivos pueden ser muy diferentes: los israelitas tratando de atraer a los jóvenes de la Diáspora, los españoles, en nombre de la memoria histórica, tratando de atraer a jóvenes de Latinoamérica, los franceses y alemanes atrayendo a jóvenes con apellidos propios de sus naciones.

Así podría analizarse esta situación de la Iglesia. Ante la escasez de vocaciones, se trata de atraer a los jóvenes. Y funciona: de las jornadas mundiales de la juventud surgen vocaciones abundantes. Me consta de primera mano: uno de mis hijos encontró su vocación en la Jornada en Cracovia.

Pero eso no es todo. No es solo el interés, legitimo por otro lado, de renovar las filas del Clero. Las Jornadas son más profundas. Proceden de un auténtico amor y aprecio por los jóvenes por el mero hecho de serlo, no por la renovación que pueden ofrecer.

Por otro lado, el Papa al hablar a los jóvenes, está dirigiéndose al cuerpo místico de Cristo, el siempre joven. Nos habla a todos. Nos habla al joven católico que está dentro de nosotros, no importa nuestra edad. Y por ello tenemos que estar muy atentos. Lo que les dirá a los jóvenes, no los estará diciendo a todos.

La jornada durará del 22 al 27 de enero de 2019 y consta de 15 actividades anunciadas hasta la fecha, en muchas de las cuales habrá discursos, alocuciones y mensajes de diversos tipos. Como ha ocurrido en otras jornadas, serán comunicaciones particularmente cuidadas, profundas, con un mensaje para todos. Para los jóvenes, en primer lugar, pero también para los no tan jóvenes. Para los católicos, pero también para los no católicos. Los medios mundiales los difundirán y los medios católicos los comentarán y verán las aplicaciones y las consecuencias de esos mensajes. Una oportunidad que no se da frecuentemente. Hay que estar muy atentos y presentes: el Espíritu nos estará hablando a través del Papa.

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