Las historias que por mucho tiempo fueron desoídas y estaban archivadas, ahora tienen una nueva oportunidad
Por Felipe Monroy
La cumbre antipederastia convocada por el Papa Francisco ha sido, sin lugar a dudas, la audacia más trascendente del pontificado de este pastor latinoamericano. Lo que es decir mucho puesto que Jorge Mario Bergoglio llegó a la cátedra de San Pedro con una inmensa reserva de gestos, reformas y transformaciones discursivas para el seno de la Iglesia católica.
La oportunidad
Con esta cumbre, los abusos sexuales contra menores o adultos en condición de vulnerabilidad dejaron de ser tema episódico de cierta frecuencia que escandalizaban más o menos a las sociedad para convertirse en parte de una conciencia transgeneracional de los católicos.
Las historias están allí aunque por mucho tiempo fueron desoídas y también los casos aunque se hayan archivado en burocráticas actitudes; ahora hay toda una oportunidad para que, recuperando el centro del mensaje cristiano, se abrace a los heridos y despojados bajo la confianza de que Dios acompaña a la humanidad incluso cuando los cimientos de la tierra estén abrasados hasta el tuétano.
La cumbre
La cumbre -se sabía también- no podía quedarse en circunloquios perfectos tras los controlados muros de la diplomacia. Al igual que se comanda la prédica del Evangelio, en lo alto y en las calles, no había otra manera de mirar y atender a este mal y al efecto de sus crímenes sino bajo el escrutinio de la «polis», de los ciudadanos, los medios de comunicación, las autoridades de los pueblos e, incluso, a pesar de la comprensible resistencia de quienes se busca ayudar.
A lo largo de las sesiones, la cumbre nos ha recordado que el dolor se reparte sin avaricia y nos ha mostrado lo difícil que es abajarse del empíreo de las certezas para situarse junto al error y conducirlo (conducirnos) hacia la verdad.
No pocos delegados de esta cumbre quisieron llegar a Roma con parte de la difícil tarea ya hecha en sus países para afrontar, castigar y prevenir los casos de abuso sexual contra menores o encubrimiento cometidos por sacerdotes y obispos: protocolos más o menos afinados, diálogo con las víctimas, transparencia de gestión, apertura de archivos privados, etcétera; pero la misma cumbre mostró que esto no es el final del camino. Para una institución que tiene la confianza puesta en la perenne presencia y asistencia del Espíritu Santo, este punto de los acontecimientos abre ruta en la historia misma de la salvación.
La cumbre, inaugurada por la estremecedora frase «el santo pueblo de Dios nos mira», ha expuesto sin reservas los horrores que tanto dolor costó evidenciarlos, que tanto ahínco se puso desde las instituciones eclesiales en acallar y minimizar.
Ahora, el pueblo santo militante, purgante y triunfante de Dios mira esta inflexión en un largo y oscuro contexto de ocultamiento y simulación; clama porque se concrete una profunda transformación de la comunidad cristiana y, como hizo en el pasado, transforme también el mundo en el que vivimos.
DOCUMENTO, LEY Y DIRECTRICES
El Papa Francisco prepara una serie de medidas concretas que van desde una nueva ley vaticana contra los abusos hasta directivas eclesiales y enviará expertos a las diócesis o iglesias locales con pocos recursos.
Al final de la Cumbre sobre la Protección de los Menores en la Iglesia, el domingo 24 de febrero 2019, el padre Federico Lombardi, portavoz del comité organizador, informó que el Sucesor de Pedro prepara medidas concretas como fruto del encuentro apenas concluido. Los participantes pidieron también perdón a las víctimas de abusos.
Entre estas medidas, se anunció, un «nuevo Motu Proprio del Papa sobre la protección de menores y personas vulnerables», para fortalecer la prevención y la lucha contra los abusos en la Curia Romana y en el Estado de la Ciudad del Vaticano.
Esto, «acompañará una nueva ley del Estado de la Ciudad del Vaticano» y «directrices para el Vicariato de la Ciudad del Vaticano sobre el mismo tema».
Asimismo, se anunció que la Congregación para la Doctrina de la Fe publicará un vademécum que ayudará «a los obispos del mundo a comprender claramente sus deberes y sus tareas».
El objetivo es evitar los encubrimientos que han sido graves e intolerables.
El trabajo inició el lunes 25 de febrero; Lombardi informó que «el comité organizador se reuniría con los líderes de la Curia romana que asistieron a la reunión, a fin de preparar el trabajo necesario para seguir, de acuerdo con el deseo» del Papa, «los propósitos e ideas desarrolladas en últimos días», agregó.
Con información de Aleteia
Publicado en la edición impresa de El Observador del 3 de marzo de 2019 No.1234