Por P. Fernando Pascual

Defender a los pobres no significa ir contra los ricos. Defender a los inmigrantes no coincide con despreciar a los autóctonos. Defender a los hijos antes de nacer no es lo mismo que ir contra las mujeres.

Uno de los errores que se cometen en muchos debates consiste en presentar a quienes defienden los derechos de algunos seres humanos como si atacasen los derechos de otros seres humanos.

Resulta posible que la defensa de ciertos intereses esté unida al ataque contra otros. Basta con pensar cómo algunos grupos políticos dicen defender la justicia en favor de los obreros al mismo tiempo que atacan de modo indiscriminado a todos los empresarios.

Pero una defensa bien llevada de los derechos de los empleados no está unida automáticamente a un ataque a los derechos (bien entendidos) de los empleadores.

Por eso es importante, en cualquier debate acerca de los derechos, poner en claro sobre qué se está hablando, acotar los pros y contras de cada posición, y, sobre todo, no acorralar al «adversario» con trampas engañosas.

Porque es una trampa argumentativa presentar la correcta defensa de unos derechos como si a través de ellos se buscase la supresión de otros derechos tan defendibles como los primeros.

En un mundo donde ya hay demasiadas tensiones y conflictos, saber argumentar serenamente y sin sofismas es no solo un buen modo de promover el diálogo, sino un camino de honestidad que facilita la armonía entre los corazones.

Desde esa armonía la crítica al aborto será vista como algo positivo que no va contra las mujeres (que merecen ser ayudadas de modo especial en los embarazos difíciles). Como también la crítica al capitalismo salvaje no será confundida con la defensa de totalitarismos que tanto daño han hecho en la historia humana.

Al afrontar, por lo tanto, cada nuevo debate sobre temas claves de la vida social avanzará hacia resultados válidos cuando haya una escucha atenta de los argumentos de cada uno, desde el deseo sincero por defender todos aquellos derechos que merecen ser tutelados para el bien de los individuos y de los pueblos.

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