Por Padre Shenan J. Boquet

“La fe en Jesucristo, que se ha definido a sí mismo ‘camino, verdad y vida’ (Juan 14:6), exige a los cristianos el esfuerzo de entregarse con mayor diligencia en la construcción de una cultura que, inspirada en el Evangelio, reproponga el patrimonio de valores y contenidos de la Tradición católica. La necesidad de presentar en términos culturales modernos el fruto de la herencia espiritual, intelectual y moral del catolicismo se presenta hoy con urgencia impostergable, para evitar además, entre otras cosas, una diáspora cultural de los católicos. Por otra parte, el espesor cultural alcanzado y la madura experiencia de compromiso político que los católicos han sabido desarrollar en distintos países, especialmente en los decenios posteriores a la Segunda Guerra Mundial, no deben provocar complejo alguno de inferioridad frente a otras propuestas que la historia reciente ha demostrado débiles o radicalmente fallidas” [1]. 

Soy afortunado en mi servicio a la misión global de Human Life International (HLI) de tener la oportunidad de visitar frecuentemente Las Filipinas, un lugar que considero un segundo hogar. Mientras estamos allí, el equipo de HLI y yo llevamos a cabo misiones para formar a la población sobre temas a favor de la vida humana y la familia y equiparlos con las herramientas que necesitan para luchar contra la agenda antivida. La semana pasada, el Dr. Brian Clowes, la Dra. Ligaya Acosta y yo hemos estado viajando por Las Filipinas dando charlas provida y a favor de la familia y reuniéndonos con obispos locales, sacerdotes, religiosos y líderes civiles. Como siempre, la experiencia me pareció alentadora. Aunque muchos filipinos enfrentan dificultades diarias, siempre me sorprende su alegría auténtica, que en muchos casos es claramente la expresión natural de su fe profunda y llena de esperanza.

Por otro lado, me siento cada vez más angustiado por la forma en que el veneno de los antivalores occidentales seculares está comenzando a filtrarse en este país, erosionando silenciosamente las verdades fundamentales que hasta ahora han protegido a Las Filipinas de los peores aspectos de la decadencia occidental: divorcio exprés, “educación” sexual inmoral, anticoncepción legalizada y aborto, el mal llamado “matrimonio” del mismo sexo, etc.

El globalismo ha asegurado que el entretenimiento occidental sea omnipresente en Las Filipinas, con sus representaciones generalizadas (y a menudo glamorosas) del libertinaje sexual y la búsqueda sin sentido del placer y la riqueza. Mientras tanto, muchas organizaciones no gubernamentales (ONGs) dirigidas por Occidente y otras organizaciones sin fines de lucro han convertido intencionalmente a Las Filipinas en el blanco de sus ataques, viendo en este sólido país católico una resistencia e incluso una amenaza al triunfo de los antivalores “progresistas”.

Hoy, el equipo de HLI tenía un asiento de primera fila para ver el impacto de esta campaña para “modernizar” Las Filipinas. Acabamos de regresar de un día completo en una escuela secundaria católica para niñas. Lamentablemente, aprendimos allí hasta dónde ha llegado la podredumbre de la “cultura” de la muerte. Un fuerte contingente del alumnado de la escuela expresó su descontento con la enseñanza de la Iglesia sobre temas como la homosexualidad, el transgenerismo y la ideología de género. Estos estudiantes dejaron en claro que no estaban de acuerdo con lo que presentamos sobre los temas.

Para nosotros era evidente que los estudiantes están siendo ideologizados por maestros de mentalidad “progresista”, entornos domésticos, compañeros de clase y una cultura secularista en crecimiento. Desearía poder decir que esta experiencia fue la primera, pero trágicamente, no lo fue. De hecho, era evidente por las preguntas y posiciones de los estudiantes que están siendo adoctrinados y propagandizados. Fue sorprendente escucharlos hablar de “autodeterminación” y “autoidentificación” como los valores más elevados. Sin embargo, demostraron una angustiosa ignorancia de las consecuencias negativas que este individualismo radical tiene en la vida de las personas y la salud de la sociedad en general. Cuando no estábamos de acuerdo con su posición, se transmitieron comentarios entre algunos estudiantes que decían que éramos odiosos y que merecíamos ser golpeados en la cara.

Lo que es evidente en Las Filipinas es un deseo trágico de ser como Occidente, abrazando sus ideologías y agendas. La certeza moral es rechazada por el individualismo, el relativismo y el materialismo, y el individuo es el único arquitecto. Aunque la fe todavía es observable, está amenazada por el mismo elitismo y “progresismo” que vemos en Occidente. Al igual que en EEUU, muchas de las universidades e instituciones católicas han comprometido sus mandatos apostólicos de enseñar, expresar y defender la fe. Los jóvenes están recibiendo ideologías y enseñanzas mundanas, siendo confirmados en el secularismo y el modernismo, pero no en el catolicismo. En HLI, experimentamos esto consistentemente en seminarios y talleres en los que participamos. Esto ha hecho que proclamar y defender la enseñanza perenne de la Iglesia sobre la familia, la vida y el matrimonio sea cada vez más difícil.

El costo de la debilidad católica

La experiencia en la escuela de niñas nos convención una vez más de la verdad de que cuando los católicos no pueden vivir su fe con valentía, expresar esa fe en la plaza pública y transmitir esa fe a la próxima generación, conllevan a consecuencias prácticas muy graves.

Desafortunadamente, nuestros oponentes ideológicos son maestros en encubrir la miseria que sus equivocadas ideas han forjado, en vez de ello han pintado una imagen engañosa de “libertad” y “autonomía” sin restricciones. Además, a los cristianos creyentes se les dice que no deben “imponer” sus creencias a los demás, sino aceptar la “tolerancia”; se nos dice que el “pluralismo” es un bien de facto, independientemente de las creencias particulares que se nos dice que debemos tolerar.

Mientras tanto, sin embargo, detrás de esta fachada engañosa encontramos millones de bebés prematuros muertos, innumerables mujeres dañadas, familias desintegradas o desgarradas, y jóvenes despojados de las verdades perennes sobre la naturaleza humana que los equiparían para vivir vidas llenas de sentido, saludables y productivas.

Como lo expresó la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano en un documento de 2002 sobre la participación católica en la vida política: “Al mismo tiempo, invocando engañosamente la tolerancia, se pide a una buena parte de los ciudadanos – incluidos los católicos – que renuncien a contribuir a la vida social y política de sus propios Países, según la concepción de la persona y del bien común que consideran humanamente verdadera y justa, a través de los medios lícitos que el orden jurídico democrático pone a disposición de todos los miembros de la comunidad política. La historia del siglo XX es prueba suficiente de que la razón está de la parte de aquellos ciudadanos que consideran falsa la tesis relativista, según la cual no existe una norma moral, arraigada en la naturaleza misma del ser humano, a cuyo juicio se tiene que someter toda concepción del hombre, del bien común y del Estado” [2].

Números desalentadores en la encuesta de EWTN

Como católicos, tenemos todas las razones para tener orgullo y confianza en nuestra fe y su impacto en la esfera política y social. Desafortunadamente, sin embargo, muchos católicos que se describen a sí mismos como tales demuestran una mayor lealtad a los valores de la época que a las verdades perennes de su fe. Esto se demuestra con bastante claridad en una encuesta reciente entre católicos de EEUU encargada por EWTN [3].

De los 1,521 votantes católicos registrados entrevistados para la encuesta, solo el 13% dijo que está de acuerdo con “todas” las enseñanzas de la Iglesia y trata de seguir esas enseñanzas en sus vidas. Otro 38% dijo que “en general” acepta la mayoría de las enseñanzas de la Iglesia, mientras que otro 42% dijo que rechaza algunas de las enseñanzas de la Iglesia o que su fe solo tiene un impacto menor en sus vidas.

La actitud de “dejar hacer, dejar pasar” de los católicos estadounidenses hacia la enseñanza de la Iglesia no es una expresión moralmente neutral de autonomía personal. Tiene consecuencias reales. Esto está claro en las respuestas de los encuestados sobre la cuestión del aborto. Si alguna enseñanza de la Iglesia es 100% clara, es la enseñanza contra el aborto. Y con razón, porque si algo va en contra de la advertencia de Cristo de “no hacer a los demás”, es el asesinato sin sentido de bebés inocentes y recién nacidos.

Desafortunadamente, solo el 11% de los encuestados católicos en la encuesta dijeron que el aborto debería ser siempre ilegal. Otro 33% dijo que debería ser ilegal, excepto en casos de violación, incesto y amenaza a la vida de la madre. Sin embargo, otro 51% dijo que debería ser legal, excepto en casos de aborto tardío, o que siempre debería ser legal. Es decir, un 84% de los autodenominados católicos pensaban que la matanza de bebés prenatales debería permitirse al menos parte del tiempo. ¡No es de extrañar que todavía no hayamos revocado Roe v. Wade! [Nota del Editor: Roe v. Wade fue la sentencia del Tribunal Supremo de EEU que en 1973 legalizó el aborto a petición en todo el país.]

Lo más extraño de todo, quizás, es la forma en que muchos de los encuestados no parecían preocupados por la capacidad de sus hermanos cristianos de vivir su fe sin ser molestados por el Estado o los ideólogos “progresistas”. ¡Un sorprendente 40% de los católicos que se describen a sí mismos como católicos respondieron que los propietarios cristianos de negocios que brindan servicios relacionados con bodas deberían verse obligados a proporcionar esos servicios para bodas entre personas del mismo sexo! El mismo número exacto dijo que las agencias de adopción basadas en la fe deberían verse obligadas a dar niños en adopción a parejas del mismo sexo.

Una llamada de atención

Ahora, uno podría responder que una forma de leer la encuesta es simplemente reconocer que muchos autodenominados “católicos” simplemente no son católicos en absoluto, al menos en ningún sentido realmente sólido del término. Tal vez fueron bautizados pero nunca realmente les enseñaron su fe, o tal vez provienen de una etnia con una fuerte identidad católica “cultural”, pero eso es todo. Creo que hay algo de verdad en eso. De hecho, como señala el propio análisis de EWTN de las encuestas, parece que hay un abismo marcado y creciente entre los católicos que se adhieren a su fe y los que dicen que son católicos, pero prácticamente ignoran esa identidad en la mayoría de las situaciones cotidianas. “Hay prácticamente dos comunidades católicas en el país”, señaló EWTN [4].

Sin embargo, como también dice el artículo, el hecho de que ésta sea la realidad no es un gran consuelo. “Esta nueva encuesta también es un diagnóstico de fracaso en la articulación clara y eficaz de la enseñanza de la Iglesia a los católicos sobre cuestiones morales tan vitales que involucran actos intrínsecamente malos: el aborto, la eutanasia y el suicidio asistido”, señaló EWTN [4]. Después de todo, si no podemos esperar que los que se llaman católicos conozcan y aprecien las enseñanzas de su Iglesia sobre cuestiones morales críticas, ¿cómo podemos esperar que la cultura más amplia conozca y respete esas enseñanzas? Si nosotros en la Iglesia hubiéramos estado viviendo un testimonio fuerte y cristiano de la fe, y enseñáramos claramente lo que la Iglesia enseña y por qué esa enseñanza es buena, no habría tantos autodenominados católicos que se sienten tan libres de dejar de lado las enseñanzas católicas en sus vidas.

Espero que esta encuesta despierte a nuestros obispos, pastores y líderes espirituales ante la gravedad de nuestro fracaso en cuanto a presentar un argumento convincente acerca de las verdades perennes de la enseñanza católica sobre la dignidad de la persona humana y sobre males intrínsecamente graves, como la anticoncepción, el aborto, la eutanasia y los ataques contra la familia y la libertad religiosa. Me temo que sin el baluarte de la verdad para defenderlas, muchas de esas niñas en la escuela de Las Filipinas aprenderán de la manera más dura la miseria y el vacío a los cuales conducen el secularismo occidental. Mientras tanto, les roban las riquezas de las enseñanzas de la Iglesia, que muestran cómo vivir una vida auto trascendente y llena de significado, que en última instancia conduce al gozo eterno que viene con la visión de Dios. Sin una defensa sólida de estas verdades, me temo que los inocentes continuarán sufriendo, estaremos condenados a repetir los horribles errores que estropearon el siglo XX y muchas almas se perderán.

Notas:

[1]. Congregación para la Doctrina de la Fe, Nota doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política, 24 de noviembre de 2002, no. 7. http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20021124_politica_sp.html.

[4]. Ibíd., no. 2.

[3]. https://www.realclearpolitics.com/articles/2020/02/25/polling_catholics_part_2_faith_policy_and_the_2020_election_142465.html.

[4]. https://www.ncregister.com/daily-news/ewtn-news-realclear-opinion-research-poll-no.-2-finding-the-catholic-vote.

Fuente original: https://www.hli.org/2020/03/telling-signs-of-the-failure-to-teach-perennial-catholic-truths/

VHI agradece a José Antonio Zunino Tosi del Ecuador la traducción de este artículo.

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