El Vaticano enfrenta tiempos difíciles, pero “ningún corte afectará a los más vulnerables”.
Por Ary Waldir Ramos Díaz / Aleteia en El Observador
“El Vaticano no está en peligro de “default”. Eso no significa que no debamos enfrentar la crisis por lo que es. Ciertamente tenemos por delante años difíciles”. Lo dijo el sacerdote Juan Antonio Guerrero, Prefecto de la Secretaría para la Economía al referirse a la crisis mundial relacionada con la pandemia y “caracterizada por dos factores: su excepcionalidad y la incertidumbre sobre su duración”.
“La Iglesia cumple su misión con la ayuda de las ofrendas de los fieles. Y no sabemos cuánto podrá donar la gente. Precisamente por eso debemos ser sobrios, rigurosos. Debemos administrar con la pasión y la diligencia de un buen padre de familia”, explicó a Vatican News el jesuita sobre la crisis sanitaria que ha provocado el cierre de los Museos Vaticanos, la mayor fuente de ingresos económicos para la Santa Sede.
“No somos una compañía. No somos una empresa. Nuestro objetivo no es obtener beneficios. Cada Dicasterio, cada ente, cumple un servicio. Y cada servicio tiene un costo. Nuestro compromiso debe ser de máxima sobriedad y claridad. El nuestro debe ser un presupuesto de misión”. Es decir, un presupuesto que relaciona los números con la misión de la Santa Sede.
Por ejemplo, este martes la Santa Sede informó que el Papa Francisco envió 200 mil dólares al Líbano, país que atraviesa una grave crisis económica y donde los contagios por covid-19 aumentan. Los fondos serán utilizados para financiar 400 becas de estudio para los jóvenes.
Trabajo, pobres e iglesias necesitadas
“Hay tres cosas que no se cuestionan, ni siquiera en esta época de crisis: la remuneración de los trabajadores, la ayuda a las personas en dificultad y el apoyo a las Iglesias necesitadas. Ningún corte afectará a los más vulnerables”, expresó Guerrero al director editorial del Dicasterio para la Comunicación Andrea Tornielli.
“No vivimos para salvar el ‘budget’. Confiamos en la generosidad de los fieles. Pero debemos mostrar a los que nos donan parte de sus ahorros que su dinero está bien gastado. Hay muchos católicos en el mundo dispuestos a donar para ayudar al Santo Padre y a la Santa Sede a cumplir su misión.
Es a ellos a quienes debemos rendir cuentas. Y a ellos podemos recurrir”.
El Prefecto de la Secretaría para la Economía desmiente los rumores de que el Vaticano arriesga la bancarrota, pues, afirmó que la Iglesia no es una empresa y no todo se puede medir como un déficit. “Vivimos gracias a la ayuda de los fieles y pagamos 17 millones de euros al año en impuestos a Italia. Trabajamos por un sistema transparente y por la centralización de las inversiones”.
Ante la situación de emergencia del covid-19, el experto ilustró varias hipótesis: “Hemos hecho algunas proyecciones, algunas estimaciones. Los más optimistas calculan una caída en los ingresos de alrededor del 25%. Los más pesimistas están alrededor del 45%. No podemos decir hoy si habrá una disminución de las donaciones al Óbolo, o una disminución de las contribuciones de las diócesis”.
Artículo original publicado en Aleteia.org
Publicado en la edición semanal digital de El Observador del 24 de mayo de 2020. No. 1298