Nos habéis hecho llegar un vídeo a través de WhatsApp que asegura que la proteína Spike, en la que se basan las vacunas y que está presente la superficie del SARS-CoV-2, tiene la capacidad de agravar la enfermedad de la gripe, lo que provocará en los meses de otoño e invierno “una gran mortalidad”. Y da cifras: según ella, fallecerán entre el “20 y 30% de los vacunados”. Es FALSO. No hay evidencia científica de que la vacunación contra la covid-19 influya de algún modo en el desarrollo de cuadros más graves de gripe. Se trata de enfermedades distintas, causadas por virus diferentes y la presencia o ausencia de la proteína S en el cuerpo no influye en el desarrollo de gripe.
“Uno de los problemas que produce este tipo de proteína (S) es que, cuando haya una epidemia gripal, en otoño o invierno, la enfermedad será más grave y habrá una gran mortalidad. Me temo que, en invierno u otoño, cuando se produzca algo similar o peor, van a morir el 20% o 30% de los vacunados”
La protagonista del vídeo, que se identifica como María José Martínez Albarracín y que dice haber sido miembro de ‘Médicos por la verdad’, una organización que niega que actualmente exista una pandemia en España, detalla durante toda la entrevista los supuestos efectos a largo plazo de la vacuna y afirma que es capaz de agravar otras dolencias comunes como la gripe.
Todas las vacunas aprobadas hasta la fecha están diseñadas para enseñar al sistema inmune a detectar la proteína S, ubicada en la superficie del coronavirus para que, en caso de infección, el cuerpo sepa combatirla. Es decir, cuando nos inyectan una vacuna de la covid-19, se genera una respuesta frente a esta proteína. Adelaida Sarukhan, inmunóloga y redactora científica del Instituto de Salud Global (ISGlobal) de Barcelona, explica a Verificat que “no hay ninguna relación, a nivel de respuesta inmune, entre la covid-19 y la gripe. Son virus completamente distintos y no se observa inmunidad cruzada —aquella que se genera tras haber estado alguien expuesto en el pasado a un patógeno similar y gracias a lo cual se genera cierta protección ante virus similares—”. Por lo tanto, sigue, el hecho de estar vacunados contra la covid-19 “no mejorará ni empeorará nuestra respuesta a una infección por el virus de la gripe”.
Aunque tanto el virus de la gripe como el de la covid-19 presentan en numerosas ocasiones una sintomatología similar (fiebre, tos seca, dolor de garganta), son enfermedades causadas por virus distintos: la gripe la causa el virus de la influenza, y la enfermedad que causa es respiratoria, mientras que la covid-19 se produce por el SARS-CoV-2, un coronavirus identificado por primera vez en 2019, y da lugar a una enfermedad de origen infeccioso que, aunque en la mayoría de los casos afecta a las vías respiratorias, “también tiene la capacidad potencial de infectar numerosos órganos y de generar una gran diversidad clínica de manifestaciones”, tal y como indican en este documento publicado por el Instituto de Salud Carlos III (Madrid).
Menos preparados para la gripe
Otra cosa es que puedan aumentar las hospitalizaciones debido a un aumento de casos de ambas enfermedades, algo que no descartan los científicos: “A diferencia de lo que sucedió este invierno, puede que este otoño tengamos una doble carga de hospitalizaciones debidas a covid (en personas no vacunadas o parcialmente vacunadas) y gripe, si las medidas no farmacéuticas (uso de mascarillas, ventilación en interiores, distancia social) se relajan demasiado”, señala Sarukhan.
Las medidas para frenar los contagios por coronavirus también han repercutido en un descenso de casos de gripe, lo que ha provocado también “cierta pérdida de inmunidad hacia ellos”, en palabras Sarukhan, quien pone de ejemplo el virus respiratorio sincitial, el microbio más común que causa infecciones en los pulmones y en las vías respiratorias en los bebés y en los niños, y cuyos casos han aumentado notablemente en la población infantil en las últimas semanas.
Las vacunas no agravan otras enfermedades
Más allá de la gripe, “no existe ninguna razón por la cual la vacunación contra la covid pudiera agravar otras enfermedades o infecciones”, señala Sarukhan. Pero tampoco sería descabellado: en el ámbito científico se está hablando de un fenómeno llamado antigenic imprinting u original antigenic sin, o lo que en español se conoce como ‘pecado original antigénico’, que a veces hace que, cuando el sistema inmunológico se enfrenta a un patógeno similar (pero no idéntico) a otro frente al que ya ha desarrollado anticuerpos, domina el tipo de respuesta que se desarrolló en el primer encuentro.
Esto puede ser bueno (la famosa inmunidad cruzada) si los anticuerpos anteriores son efectivos contra ese nuevo patógeno, pero no tiene por qué ocurrir siempre, que es lo que se conoce como el pecado original antigénico: “Existiría la posibilidad de que las futuras vacunas contra la covid-19 pudieran ser menos eficaces frente a otras variantes en personas que ya desarrollaron una respuesta inmune contra la variante original del SARS-CoV-2. Sin embargo, no hay por el momento ninguna evidencia (en el laboratorio o en el terreno) de que esto vaya a ser un problema”, concluye la inmunóloga.