Reflexión homilética  del 18 de Julio de 2021

Por José Ignacio Alemany Grau, obispo

En este domingo dieciséis, en el ciclo B, celebramos un domingo del Buen Pastor y a esto se nos invita en las lecturas.

Meditemos con profundidad la responsabilidad que tenemos ante Jesucristo tanto los pastores como las ovejas.

Jeremías

Nos presenta como un desahogo del buen pastor que es Dios y se preocupa por su pueblo Israel. Dice así:

“A los pastores que pastorean a mi pueblo”, es decir a aquellas personas que de una u otra forma enseñan al pueblo la Ley de Dios y cómo caminar hacia Él:

Pide cuentas de lo mal que han tratado a las ovejas que Dios les ha confiado y les hace responsables de tantas ovejas que se han apartado de Dios.

Por otra parte, pide también a las ovejas que no descuiden las enseñanzas que Dios mismo les dará a través de pastores buenos y sacrificados y sobre todo promete que un día llegará el gran Pastor que será su propio Hijo y que hará justicia y derecho en toda la tierra.

Incluso llega a llamarlo con este nombre compuesto “el Señor nuestra justicia”.

Salmo 22

Se trata del salmo tan querido en el Antiguo y en el Nuevo Testamento y que en gran parte sabemos de memoria. Es como una convicción de la cercanía con que Dios nos cuida a todos nosotros:

“El Señor es mi pastor, nada me falta. En verdes praderas me hace recostar… Él me guía por el sendero justo”.

Teniendo a Dios nada temo.

Qué hermoso repetir varias veces en el día las primeras palabras del salmo y confiarnos al cariño del Buen Pastor.

San Pablo

En su carta a los Efesios el apóstol nos habla del mismo Buen Pastor, Jesús, que como tal ha unido a los dos pueblos, los israelitas con los paganos, derribando con su propio cuerpo “el muro que los separaba, el odio”.

Él, con sus reglas y normas, regalo del Evangelio, nos ha reconciliado a todos los hombres.

De esta manera todos podemos acercarnos al Padre, gracias a Jesucristo, con un mismo Espíritu Santo.

Esa es la obra del Buen Pastor que dio la vida por todos.

Verso aleluyático

Este versículo nos recuerda la relación entre las ovejas y el pastor, con estas palabras de Jesús:

“Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco y me siguen”.

Evangelio

Narra el regreso de los apóstoles después de su misión. Se reúnen todos con Jesús y cuentan con sencillez todo lo que han hecho y cómo les ha ido durante la predicación.

El Buen Pastor les invita a descansar un tiempo juntos porque no tenían, dice San Marcos, “ni tiempo para comer”.

Así permanecieron descansando y después, Jesús, misionero inquieto, siente lástima al ver cómo le siguen las gentes y advierte el evangelista que “se puso a enseñarles con calma”.

Dos enseñanzas encontramos en este párrafo especial del Evangelio:

+ El hecho de que los misioneros sean inquietos para atender a la gente con calma.

+ El saber compartir cómo les ha ido a la hora de evangelizar. Compartiendo con sencillez el discípulo se siente feliz.

Imagen de Quang Nguyen vinh en Pixabay

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