La Sagrada Escritura resume magistralmente la obra de la Redención con estas pocas palabras: “El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del Diablo” (1 Juan 3, 8).

Con Satanás está íntimamente relacionada la tentación —que si no se derrota conduce al pecado en cualquiera de sus modalidades—, pero también la muerte misma (ver Sabiduría 2, 23-24). Más aún, “el mundo entero yace en poder del Maligno” (I Jn 5, 19).

Tres tareas permanentes

Cristo fue el primer exorcista, y encomendó el ministerio del exorcismo a sus Apóstoles y, por tanto, también a todos los obispos de su Iglesia:

“Jesús envió a estos doce con las siguientes instrucciones: (…) ‘Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, (…) y expulsen a los demonios’”

(Mateo 10, 5.8a).

Estas tres tareas están vigentes; sin embargo, no es común ver a obispos expulsando a los demonios, aunque están equipados para hacerlo: “Ustedes recibieron gratis este poder” (Mateo 10, 8b)

Jesús extendió después esta capacidad a todos los que creen en Él: “Éstas señales acompañarán a los que crean: en mi Nombre echarán demonios” (Mc 16, 17). Dicho poder general está basado en la fe y en la oración, y es distinto al exorcismo que se realiza por el poder conferido a la Iglesia (Exorcismo Mayor), el cual sólo compete a los obispos, si bien pueden delegar a algunos sacerdotes —pero no a los laicos— para que los ayuden a ejercer dicho ministerio oficial.

El carisma de exorcista

Las diócesis nombran, pues, a sacerdotes como exorcistas.

Pero la Iglesia reconoce desde hace siglos que existe un carisma específico para expulsar demonios.

El Espíritu Santo confiere este carisma tanto a consagrados como a seglares, y tanto a varones como a mujeres. Hay una larga historia de mujeres especialmente dotadas con el carisma de expulsar demonios. Por ejemplo, estas tres santas:

  • Santa Hildegarda de Bingen.- Después de que los sacerdotes no lograran liberar de los demonios a una mujer noble de Colonia que llevaba siete años poseída, el abad de Brauweiler pidió a santa Hildegarda que usara su carisma para exorcizarla, y ella sí pudo expulsarlos.
  • Santa Catalina de Siena.- Cuando los sacerdotes no podían exorcizar a los demonios, llevaban a los poseídos ante santa Catalina. El propio Satanás se refirió en aquella época a esta santa como “el mayor enemigo que tengo en todo el mundo”.
  • Santa Solange.- Esta campesina francesa tenía tal poder sobre los ángeles caídos que bastaba con que llevaran a su presencia a los poseídos para que quedaran liberados.

Exorcistas famosos

Ser exorcista implica realizar un servicio ministerial de manera más bien discreta; pero las fuerzas del Maligno no lo son, así que los que expulsan demonios acaban por hacerse muy conocidos.

Ha habido exorcistas famosos en todos los tiempos; entre ellos: los Apóstoles; san Pablo; san Benito de Nursia, que podía expulsar al Diablo con hacer la señal de la cruz; san Simeón de Edesa; san Antonio de Egipto; san Ulrich; san Antonio de Padua; san Felipe Neri, de quien los demonios solían huir sin necesidad de siquiera iniciar el rito de exorcismo; etc.

En esta época también hay o ha habido exorcistas que se han hecho famosos, como los siguientes sacerdotes: el español José Antonio Fortea, el estadounidense Stephen Rossetti, o los italianos ya fallecidos Cándido Anantini y su pupilo Gabriele Amorth.

TEMA DE LA SEMANA: «HISTORIAS DE EXORCISTAS: CON EL DIABLO NO SE NEGOCIA”

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 8 de mayo de 2022 No. 1400

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