Las madres son seres que llenan de sentido cada espacio de nuestra vida y colman de esperanza el futuro venidero

Por Angelo De Simone R.

De pequeño siempre me preguntaba: ¿Cómo logra hacer mi mamá tanto en tan poco tiempo? En lo particular, a medida que fui creciendo me di cuenta de que vivía con una heroína, capaz de dividirse en dos, amar sin límites, sanar mis tristezas y dibujar una sonrisa en mi rostro. Creo que esta es la experiencia de muchos que han tenido una figura materna en una madre, tía, abuela, hermana: la experiencia de las heroínas silenciosas de nuestras vidas.

Enseñanzas

Realmente no hay nada como el amor de una madre. Le doy el crédito a mi propia madre por tantas cosas buenas en mi vida, desde mi disciplina y orden, hasta la forma en que ordeno mis apuntes de clases. Ella siempre ha sido generosa con lo que tenemos, genuina en su deseo de ayudar a los demás, acercándose a cualquiera que lo necesitara.

Ella me enseñó sobre misericordia y la compasión a través de sus acciones diarias, a través de su vida, en fin, han sido tanto los aprendizajes que sería imposible resumirlos en un artículo, no obstante, quiero rescatar un punto fundamental de ese amor de madre que se dona sin medida: Amar en el silencio.

Amor sin límites

El amor de una madre comprende muchas veces que la mejor palabra es la que no se dice, que el amor para con un hijo es tan grande que no hay límites ni distancias que permita que ese amor merme ¿Seremos lo suficientemente agradecidos con ese amor? Las madres guardan muchas cosas desde el silencio en su corazón: nuestras ingratitudes, nuestras malas respuestas, las enfermedades que muchas veces padecen pero que por hacerse cargo de su familia las callan aparentando que todo está bien, en definitiva, guardan su sufrimiento con tal de hacer feliz a su entorno.

Es sumamente interesante observar como hasta Dios se preocupó de que su Hijo tuviera mamá, así de importantes son en la vida de una persona, Dios lo sabe y Jesús lo experimentó en carne propia, sintió su excepcional amor y cuando veía que su humanidad frágil se desvanecía, se preocupó por ella, por su cuidado, por que no quedara sola ¿Somos atentos con nuestras madres? ¿Les escribimos, nos preocupamos por su bienestar, le decimos cuanto las queremos? Esto también lo debemos imitar de Jesús: el cuidado a aquellas personas que lo han dado todo por nosotros.

Afortunados de tenerla

Somos afortunados todos los que tenemos a nuestra madre con vida, aquellos que las hemos podido disfrutar y amar incondicionalmente.

Felices también aquellos que, aunque quizás no las tienen cerca o las perdieron hace mucho, recibieron de ellas el don de la vida, la generosidad amorosa de aceptarlos en su vientre y de traerlos a este mundo. Pon en tu mente todos los aprendizajes recibidos por estos ángeles del silencio, ¿Qué momentos son los que aprecias y valoras más de tu relación con tu madre, tía o figura materna?

No es necesario destacar mucho la importancia de una madre en el desarrollo de una persona, nosotros quienes tenemos fe, somos testigos en primera fila de como, muchas veces fue mamá quien nos acompañó en los primeros pasos de la vida espiritual, en mi caso también vitalmente mi abuela Isabel, que con su ternura me enseño a amar a Dios y sentir su presencia en mi vida.

Las mamás son excepcionales, sin duda alguna. Son seres que llenan de sentido cada espacio de nuestra vida y colman de esperanza el futuro venidero de cada uno de nosotros.

Tomemos un tiempo para agradecerles a Dios por sus vidas, por su presencia milagrosa que nos otorga esperanza en los momentos más dificiles. El día de las madres debe ser todos los días, colmándolas de cariño y amor en toda nuestra jornada. Que podamos tomar conciencia de esto y ser propulsores del cambio en un mundo que necesita resaltar más la figura de estos ángeles silenciosos. Y tú ¿Llenarás de sentido su silencio de amor llenando de cariño su vida?

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 8 de mayo de 2022 No. 1400

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