Dios entregó el mundo al hombre para que éste lo cuide y se alimente de lo que hay en él (Génesis 1, 29; 2, 15-16; 9, 3)
Pero, al mismo tiempo, hay una maldición debida al pecado original. Dios dijo a Adán: “Por haber escuchado a tu mujer y haber comido del árbol del que Yo te había prohibido comer, maldita sea la tierra por tu causa. Con fatiga sacarás de ella el alimento por todos los días de tu vida” (Génesis 3, 17).
Pero el Señor está, por decirlo así, ansioso de pasar por alto dicha consecuencia del pecado, así que promete su intervención para los que lo aman y obedecen: “¿No es el Señor clemente y compasivo? Dio el alimento a aquellos que le temen” (Salmo 111, 4-5). “No anden preocupados por su vida, qué comerán, ni por su cuerpo, con qué se vestirán (…). Busquen más bien el Reino, y esas cosas se les darán por añadidura” (Lucas 12, 22.31).
Confiar en la Providencia Divina, es decir, confiar en que “Dios me asistirá”, es un paso fundamental: “Mi justo, si cree, vivirá; pero si desconfía, ya no lo miraré con amor” (Hebreos 10, 38).
Sin embargo, a veces se habla de la Divina Providencia como si todo estuviera en las manos de Dios pero en el sentido de que Él es el único responsable de lo que pueda suceder, como si el ser humano que dice confiar en el Señor no tuviera que hacer nada.
Por el contrario, las Escrituras enseñan que la criatura humana debe poner algo de su parte cuando hay posibilidad de hacerlo: “El que no quiera trabajar, que tampoco coma” (II Tesalonicenses 3, 10).
Dios salvó de la hambruna a la viuda de Sarepta y a su hijo, pidiéndole a cambio que compartiera con el profeta Elías el puñado de harina y el poco aceite que les quedaba (I Reyes 17, 8-16). Y Jesús alimentó a miles de personas, pero multiplicando los panes y pescados que ofreció un muchacho (Juan 6, 5-13).
En tiempos de escasez no hay que dejar que Dios, los bancos de alimentos o los gobiernos se encarguen de todo; por el contrario, hay que ayudar y ayudarse.
TEMA DE LA SEMANA: “LA CRISIS ALIMENTARIA ES REAL: ¿QUÉ PODEMOS HACER?»
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 5 de junio de 2022 No. 1404