Por P. Fernando Pascual
Existen numerosas ideas sobre Dios. Quienes niegan su existencia, o quienes la afirman, se basan en definiciones diferentes ante lo que pueda ser o no ser Dios.
Así, negar la existencia de Dios resulta posible si se admite que el concepto “Dios” sería una invención humana, carente de realidad. Se trataría de una palabra que tiene algún significado, pero que no sirve para señalar “algo” que exista.
Los ateos no pueden negar que miles de millones de seres humanos, en el pasado y en el presente, han afirmado que Dios existe. Pero ese Dios, añaden los ateos, sería irreal, porque se trataría de una simple suposición sin ningún fundamento, o porque sería contradictorio, o porque el mundo se explicaría por sí mismo sin necesidad de admitir una Causa externa que le diese un inicio y que explicase su sentido.
Los que afirman la existencia de Dios (o de dioses) tienen sus propias ideas sobre ese Ser superior. Para muchos, sería el Creador del mundo, el que lo habría originado en un momento del pasado y que explicaría su destinación final.
Para otros, en concreto para algunos filósofos, sería como un relojero que organiza el universo, que determina sus leyes, y que luego se desentiende de lo que ocurre a lo largo del tiempo, porque un mundo hecho de esa manera funcionaría sin necesidad de ulteriores intervenciones divinas.
Muchos admiten que Dios no solo habría creado, sino que también ejercitaría una acción providente en el mundo. Incluso defienden que Dios ha intervenido en diversos momentos, sea a través de mensajes o profetas, sea (como admiten los cristianos), en lo que consideran el hecho más importante de la historia: la Encarnación del Hijo del Padre, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad.
En el contexto de la visión cristiana, la idea de Dios resulta especialmente rica y articulada, pues Dios no sería una realidad aislada. Los creyentes cristianos dicen que Dios es Uno y Trino, pues existirían tres Personas divinas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Constatar que existen diferentes ideas sobre Dios pone ante nosotros una serie de preguntas: ¿cuál de esas ideas sería la más correcta? ¿Cómo demostrar su validez? ¿Por qué existe esa pluralidad de opiniones y creencias sobre el Ser supremo?
No resulta fácil responder a esas preguntas, sea por la gran diversidad de opiniones, sea porque hace falta un buen conocimiento de la filosofía para comprender mejor cómo pensamos y qué validez tengan las diversas ideas sobre las que reflexionamos en profundidad.
A pesar de la dificultad de esas preguntas, muchos hombres y mujeres se han puesto y se ponen en camino para comprender mejor las diferentes ideas que la humanidad ha elaborado sobre Dios, y para encontrar razonamientos bien elaborados que ayuden a discernir en este tema qué pueda ser falso y qué sea verdadero.
Las respuestas que cada uno alcance se convertirán, luego, en una ayuda importante para afrontar el camino de la propia vida. Porque el modo de pensar y de vivir depende, de modo más o menos radical, de aquellas ideas que tengamos sobre lo que no sea y sobre lo que sea Dios.