Al intervenir en las Naciones Unidas en un encuentro dedicado al Día internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares, el Secretario de Estado de la Santa Sede subraya la necesidad de un mundo libre de estas armas y el compromiso de todos los países del mundo para regularlas
Por Michele Raviart – Ciudad del Vaticano
La amenaza del uso de armas nucleares en el conflicto de Ucrania, que ha hecho que el conflicto en Europa vuelva a una dimensión que no se había visto en generaciones, es «repugnante» y muestra «lo cerca que está el mundo del abismo de una guerra nuclear». Así lo reiteró el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, al intervenir ayer en las Naciones Unidas en una reunión de alto nivel con motivo del Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares.
Un imperativo moral y humanitario
Esta amenaza inminente, con implicaciones devastadoras para toda la humanidad, demuestra que el objetivo de la eliminación definitiva de las armas atómicas, como escribió el Papa en Fratelli tutti, es «un desafío como un imperativo moral y humanitario». Sin embargo, señala Parolin, las acciones de los Estados con arsenales nucleares distan mucho de favorecer ese objetivo. “Mediante la modernización y la expansión de los arsenales nucleares, estos Estados siguen confiando en la disuasión atómica, en lugar de cumplir con sus obligaciones de desarme en virtud del artículo VI del Tratado de No Proliferación Nuclear”.
Aún lejos de un mundo libre de armas atómicas
El pasado mes de agosto, los Estados firmantes del acuerdo de 1968 para regular y estabilizar los arsenales se reunieron en la décima conferencia de revisión del tratado y no consiguieron llegar a un acuerdo sobre un documento común. Una circunstancia que la Santa Sede siguió con preocupación. Incluso si el borrador hubiera sido aprobado, subrayó Parolin, la falta en el texto de nuevos compromisos significativos en materia de desarme no habría acercado a la humanidad a un mundo sin armas nucleares.
Es necesario el compromiso de las potencias nucleares
Sin embargo, el régimen de desarme nuclear no carece de dirección. El pasado mes de junio, los Estados Partes del Tratado de Prohibición de las Armas Nucleares (TPNW) adoptaron una Declaración y un Plan de Acción que garantizan que se pueda avanzar en el desarme nuclear, especialmente en los ámbitos de la verificación, la asistencia a las víctimas y la recuperación del medio ambiente. Esfuerzos que para la Santa Sede deberían hacer también las potencias nucleares, independientemente de su posición sobre este Tratado que no han firmado.
Un sistema cada vez más frágil
Otro objetivo es revigorizar los esfuerzos para que entre en vigor el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares de 1996, que aún no ha sido ratificado por ocho Estados signatarios, y relanzar las negociaciones para los tratados de gestión de material físil y sobre las garantías de no utilización de arsenales. Sin avances tangibles hacia estos fines, reitera el Secretario de Estado de la Santa Sede, el sistema actual corre el riesgo de erosionarse. Mientras existan las armas nucleares, no se puede descartar la posibilidad de que sean usadas y esto, como dijo el Papa Francisco en Hiroshima en 2019, «amenaza todo futuro posible para nuestra casa común».
Publicado en Vatican News
Imagen de Gerd Altmann en Pixabay