Por P. Fernando Pascual
Cada ser humano nace en un mundo concreto que no ha escogido. Conforme pasan los años, toma percepción de cómo es ese mundo que ha recibido, lo valora de modo positivo o negativo.
El mundo que hemos recibido tiene asfalto y semáforos, edificios altos o casas bajas, un buen sistema de hospitales o un sistema deficiente, escuelas y universidades, tiendas de alimentos y de electrónica.
Ese mundo, sobre todo, tiene personas concretas que nos ayudan, que nos orientan, que nos enseñan un idioma y normas de conducta para ser buenas personas y ciudadanos honestos.
Cuando tomamos conciencia de lo que nos ha tocado, de lo que hemos recibido y no hemos escogido, podemos sentirnos acogidos o despreciados. Podemos, además, juzgar ese mundo como positivo y atrayente, o como negativo y hostil.
No podemos borrar ese pasado inmediato que nos ha llevado a nacer y crecer en un tiempo y un espacio concretos, con sus potencialidades y sus deficiencias, con sus promesas y sus riesgos.
Lo que sí podemos hacer es analizar a fondo lo que nos ha tocado como herencia, lo que recibimos como legado de otras generaciones, para identificar aquello que ayuda a promover el bien, y aquello que tiende hacia el mal y la injusticia.
Ciertamente, al analizar el mundo recibido pensaremos desde los parámetros que otros nos han enseñado. Esos parámetros pueden ser mejores o peores, pero, con un sano espíritu crítico, resultará posible corregirlos cuando sean insuficientes o distorsionadores.
Lo urgente es identificar, desde lo inmodificable del pasado y del presente, aquellas opciones disponibles que permitan trabajar para que se abran espacios a mejoras, a pasos concretos hacia el bien, la verdad y la justicia.
En ocasiones esos pasos resultarán difíciles, sea porque exigen un gran esfuerzo, sea porque hay resistencias de quienes defienden lo establecido como bueno e inmodificable.
Nada, sin embargo, es eterno en el mundo humano. Hay un amplio abanico de opciones buenas que cada generación puede hacer realidad si las identifica desde inteligencias creativas, y se pone a trabajar por la justicia y el bien de todos.