Por Juan Orellana / Alfa y omega
Stuart (Mark Wahlberg) es un joven que se dedica al boxeo no profesional. Su madre, Kathleen (Jacki Weaver), sufre al ver que su hijo está malgastando la vida en una actividad sin futuro, en vez de buscarse un trabajo que le ofrezca una vida normal. Su padre, Bill (Mel Gibson), se separó cuando murió su otro hijo, Stephan, y cayó en el alcohol. No se habla con Stuart, al que considera una decepción. En esa coyuntura tan poco halagüeña, Stuart recibe del médico una terrible noticia: no puede seguir boxeando si quiere seguir con vida. Así que decide –ante el escepticismo de su madre– probar suerte en Hollywood como actor. Una vez en Los Ángeles, donde trabaja como dependiente de una carnicería en espera de que le llamen de alguna productora, se enamora perdidamente de una clienta mexicana, Carmen (Teresa Ruiz). Ella es católica practicante y colabora activamente con su parroquia. Pero Stu es declaradamente ateo, y decide hacer lo que haga falta para conquistarla, así que se apunta al catecumenado para recibir el Bautismo. Lo que ocurre a partir de ese momento es una historia insólita llena de giros inesperados.
Esta película se basa en la historia real del padre Stuart Long (1963-2014), y está dirigida y escrita por la actual pareja y socia habitual de Mel Gibson, Rosalind Ross, y producida por el propio Mark Wahlberg, uno de los actores cristianos más conocidos de Hollywood, el cual ha dedicado más de seis años a este proyecto.
A pesar del contenido dramático de lo que se cuenta, el público se ríe frecuentemente por lo chispeante e irónico de muchos de sus diálogos y situaciones. Junto a la trama principal, que se centra en el proceso personal del protagonista desde el ateísmo rabioso a la fe cristiana, está la que describe la tortuosa relación paternofilial entre Stu y el desagradable Bill. Una relación llena de heridas que evolucionará en paralelo al recorrido espiritual de Stu. También merece la pena fijarse en algunos secundarios interesantes, como el seminarista perfecto o el misterioso personaje que se dirige a Stu en la barra del bar.
El milagro del padre Stu engancha desde el primer momento al espectador desprejuiciado, aunque hubiera precisado un mayor desarrollo de la decisión de Stu de hacerse sacerdote, algo que apenas se ventila en una secuencia de montaje en la que él reza el rosario. El tono y la puesta en escena en los que se abordan las cuestiones de la fe y de la Iglesia son, como no podía ser de otra manera, muy norteamericanos. El estilo de seminario o la forma organizativa eclesiástica son muy diferentes de lo que podemos encontrar en México, y el espectador debe tenerlo en cuenta para que no le resulte extraño.
Sin duda, el filme transmite un mensaje universal nítido: nunca está dicha la última palabra, siempre es posible el cambio de vida y para Dios nada hay imposible. Por su parte, Mark Wahlberg, más allá de su impactante caracterización a lo largo de la película, nos brinda uno de los mejores trabajos de su carrera.
Ficha técnica
- El milagro del padre Stu
- Director: Rosalind Ross
- País: Estados Unidos
- Año: 2022
- Género: Drama
- Público: +12 años
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 27 de noviembre de 2022 No. 1429