Por Raúl Espinoza Aguilera

Siempre me ha sorprendido la manera como nació Jesús por su gran sencillez, humildad y naturalidad. Comienza el Evangelista San Lucas narrando que el Emperador César Augusto promulgó un edicto para que se empadronarse todo el mundo. José, como era de la casa y la familia de David, debía de empadronarse en Belén. Así que se fue a esta población para empadronarse, junto con María, su esposa quien ya estaba encinta.

Y continúa el texto evangélico relatando que cuando se encontraban allí, a María le llegó la hora del parto. Para San José supuso un gran desconcierto, ante tan inesperado suceso. Seguramente, como buen carpintero, en su taller de Nazaret ya le había elaborado su cuna de madera y la Santísima Virgen María le habría bordado un ropón y otros ropajes para recibir al Niño Dios con el primor y delicadeza que sólo una buena madre sabe realizar. ¡Con qué ilusión aguardaban ese momento tan esperado!

Y, sin embargo, los planes cambiaron. Ninguno de los dos supondría tal desenlace. Me imagino a Santa María consolando a San José y haciéndole ver que todo eso era la Voluntad del Señor. Por si fuera poco, no hubo lugar en ninguna posada. Así que San José se las ingenió para preparar las cosas para recibir al Rey del Universo, ¡en un establo! Así Jesús, desde su nacimiento, nos daba una cátedra de humildad, profunda sencillez y pobreza.

Es como si Dios-Padre dijera: “Quiero que mi Hijo, muy Amado, nazca en extrema pobreza, sufriendo las inclemencias del tiempo, en un oscuro y olvidado rincón de Belén para que quede patente mi deseo de que el Hijo de Dios muestre, desde el principio al mundo entero, cuáles son los tesoros de todo ser humano: dolor, pobreza, frío, soledad, abandono, hambre, sed. Es una lección de Dios-Padre profunda e inolvidable.

A continuación, un Ángel se les apareció a unos pastores que pasaban la noche al raso y velaban sus rebaños y les comunicó la Buena Nueva: `Miren que les anuncio con gran alegría que hoy ha nacido el Salvador, Cristo Jesús. Esto les servirá de señal, encontrarán un Niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre’.

La pregunta que habitualmente me he hecho es, ¿por qué se dirige a las personas más humildes de su entorno? Y después de meditarlo, me he encontrado con la respuesta: porque el Señor ama profundamente a la gente pobre y sencilla de corazón.

Es normal que pastores con más recursos económicos tengan sus resguardos o refugios donde pasar las noches crudas de invierno y, de alguna manera, protegen también a sus animales. Pero estos pastores eran bastante pobres y Dios se dirigió precisamente a ellos.

La reacción de los pastores me encantó: se fueron corriendo hasta dar con el sitio exacto y encontrándolo se postraron y lo adoraron. La tradición narra que a la Sagrada Familia les ofrecieron leche, requesón y otros sencillos alimentos que tenían.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 25 de diciembre de 2022 No. 1433

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