Por Raúl Espinoza Aguilera
El pasado 5 de enero fueron los funerales del Papa Emérito Benedicto XVI. El Romano Pontífice actual destacó sus múltiples virtudes: sabiduría, humildad, su plena entrega como sacerdote, obispo y Papa. Siempre me han sorprendido su lucidez intelectual, su capacidad de ser un investigador infatigable y el hecho de haber publicado una enorme cantidad de libros y ensayos sobre Teología. Fue un incansable buscador de la verdad. Sus aportaciones y acertados comentarios durante el Concilio Vaticano II llamaron la atención a los Padres Conciliares sobre ese joven profesor de Teología de 35 años.
Había nacido en Baviera, Alemania en 1927. Su padre era comisario y provenía de una modesta familia de agricultores. Su madre trabajó por muchos años como cocinera. Era una familia profundamente católica. El joven Joseph Ratzinger y su hermano Georg ingresaron al seminario y posteriormente fueron ordenados sacerdotes. Su hermana María administró la casa de los Ratzinger.
Realizó estudios de Filosofía y Teología en la Escuela Superior de Frisinga. En el seminario estudió con gran interés a San Agustín de Hipona y San Buenaventura. Tras años de estudio, en 1953 se doctoró en Teología con una tesis sobre San Buenaventura. Fue un innovador de esta rama del saber, hecho por el cual sufrió muchas incomprensiones. Sus afanes reformistas fueron malinterpretados, pero Ratzinger siguió adelante con sus investigaciones y publicaciones.
Años de formación
En los años sesenta ingresó como catedrático a la Universidad de Tubinga. Pero al poco tiempo se infiltraron las ideas radicales marxistas y los movimientos estudiantiles de protesta que culminaron con los disturbios de 1968. Fue entonces cuando decidió volver a Baviera a la Universidad de Ratisbona, donde no había esos movimientos tan radicales. Por esos años publicó “Introducción al Cristianismo”. Ese libro constituye una verdadera joya sobre la manera como aborda la fe en Jesucristo. En 1972 fundó la publicación “Communio” y pronto se convirtió en una de las publicaciones católicas más influyentes a nivel internacional.
En 1951 fue ordenado sacerdote. A principios de 1977 fue consagrado arzobispo de Múnich y Frisinga. El 27 de junio de ese mismo año el Papa Paulo VI lo nombró Cardenal. Por esa época ya se carteaba con el Cardenal Karol Wojtyla. En sus publicaciones, Ratzinger subrayaba la idea de que el cristianismo no era un mero conjunto de normas morales sino el encuentro con una Persona, con Jesucristo. Pronto el cardenal Wojtyla fue elevado a la Cátedra de San Pedro escogiendo el nombre de Juan Pablo II. En 1981 le propuso al Cardenal Ratzinger ser el Prefecto para la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Un Papado memorable
Ya como Papa, Benedicto XVI, infatigable buscador de la Verdad, gustaba de cambiar impresiones sobre temas fundamentales de nuestra fe con sus expertos colaboradores, no para imponer su punto de vista, sino llegar a las entrañas de una problemática y transmitir esa luz de la verdad a la cristiandad. El periodista alemán Peter Sewald le hizo al Santo Padre una serie de entrevistas sobre temas de palpitante actualidad. Recuerdo el libro “Dios y Mundo” que me impresionó por la honestidad intelectual del Papa. Después de muchas entrevistas convertidas en libros, Sewald concluyó que “Benedicto XVI es un pensador moderno”.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 15 de enero de 2023 No. 1436