Conversamos con la Hna. Gloria Guadalupe Hernández, Esclava Misionera de Jesús, Secretaria nacional de la obra de San Pedro Apóstol y coordinadora nacional de la Unión de Enfermos Misioneros (UEM), un programa de las Obras Misionales Pontificio Episcopales (OMPE), que busca promover la sensibilidad de los agentes de pastoral de la Iglesia que peregrina en México en favor de los enfermos y de los más necesitados, a fin de que ofrezcan su dolor y sufrimiento por la misión ad gentes.
Por Rubicela Muñiz
Hna. Gloria, ¿desde hace cuándo está al frente de la Unión de Enfermos Misioneros y cómo es que fue designada para esta encomienda?
▶ Llegué a Obras misionales Pontificias, el 15 de septiembre del 2022, como secretaria Nacional de la obra de San Pedro Apóstol (trabajar por las vocaciones nativas) y a coordinar el programa de la Unión de Enfermos Misioneros. Colaboré en la animación misionera en España, durante mi estancia por ese país, y como mi instituto es plenamente misionero nos hicieron la petición de apoyar en este servicio en México, así que cuando volví de España mis superiores vieron que por la experiencia podría ser yo la que viniera a OMPE.
¿Qué busca la Unión de Enfermos Misioneros?
▶ Asociar-unir a enfermos, ancianos y personas con discapacidad de todas las edades para que, a través de un encuentro personal con Cristo, y desde su enfermedad, colaboren con la misión ad gentes (de la gente.
La Unión de Enfermos Misioneros (UEM) es un Programa (RED) de la Pontificia Obra de San Pedro Apóstol, que busca asociar, unir a enfermos y visitadores para que colaboren con Cristo ofreciendo su enfermedad y apostolado en favor de los enfermos y de los más necesitados, a fin de que ofrezcan su dolor y sufrimiento por la misión ad gentes.
¿Qué es lo que ha llevado a la Iglesia a través de los años a preocuparse por el enfermo?
▶ La Iglesia ha recibido esta tarea del Señor y la realiza tanto con la atención directa a los enfermos como acompañándolos con la oración. La Iglesia cree en la presencia viva de Cristo, médico de las almas y de los cuerpos. Sabemos que esta presencia actúa particularmente a través de los sacramentos, y de manera especial por la Eucaristía, pan que da la vida eterna (cf. Jn 6,54.58) y cuya conexión con la salud corporal insinúa san Pablo (cf 1 Co 11,30). Por lo cual, lo que ha llevado a la Iglesia a este servicio es el mandato mismo de Cristo “¡Sanad a los enfermos!” (Mt 10,8).
¿Somos conscientes los bautizados del cuidado de los enfermos?
▶ Sabemos que la Iglesia se enriquece por los diversos carismas, por ello, aunque no todos los bautizados están en contacto directo cuidando enfermos, toda la Iglesia sirve y acompaña a los enfermos. Prueba de esta conciencia en los bautizados es la labor de tantos católicos al servicio de los enfermos. También hay Órdenes religiosas, sacerdotes, laicos que en los hospitales en nombre de Cristo y de la Iglesia cuidan a los enfermos.
¿Cómo debemos asumir ese deber cristiano?
▶ Con un corazón muy generoso, desprendido, recordando que el Señor nos dice: “A mí me lo hicisteis”. Por lo cual, este servicio es siguiendo el ejemplo de Cristo, que no tuvo prisas cuando estaba con los enfermos, que se detenía a dialogar con ellos, a sanarles. También es necesario recordar lo que nos dice el mismo Señor: “cada vez que lo hiciste con uno de ellos, a mí me lo hiciste, porque estuve enfermo y me visitaste” (cf. Mateo 25, 36), cada vez que nosotros lo hacemos con un enfermo, es al mismo Cristo a quien servimos.
¿Qué intereses, qué desigualdades terminan afectando a quienes más necesitan de atención y cuidados?
▶ Quiero centrarme en las desigualdades, cuando no se valora al ser humano por lo que es: “imagen y semejanza de Dios” se termina denigrando. Podemos hablar de desigualdades sociales porque no todos cuentan con las posibilidades de una atención médica o de poder adquirir los medicamentos por lo costosos que son.
Siempre cercana a los enfermos y a sus necesidades, reflexiona sobre la misión a la que estamos llamados como cristianos, lo difícil que es estar enfermo en un mundo de desigualdades y lo importante que es practicar la virtud de la fraternidad.
En el gran número de desigualdades los más afectados son nuestros enfermos, cuando no se tiene la oportunidad de un tratamiento por cuestiones económicas o por no tener un trabajo con seguro médico. Todos tendríamos que tener derecho a una salud pública digna.
Hace poco vivimos una pandemia, una etapa dura que sacó a relucir lo frágiles que somos y lo mucho que necesitamos los unos de los otros, ¿cómo enfrentaron esa etapa tan dura en esta misión?
▶ Responsabilidad, incertidumbre como toda la humanidad, pero con la firme confianza de que no estamos solos, que hay situaciones que pueden alterar nuestra vida a nivel mundial, pero Dios siempre está entre nosotros y por lo cual nosotros debemos hacerle presente entre aquellos que a veces no le perciben con facilidad.
La Iglesia supo responder con generosidad y prontitud a la pandemia, supo estar en hospitales, supo salir al encuentro de quien perdió seres queridos…
Atender, cuidar de un enfermo es un ejercicio de fraternidad, ¿el sacerdote, los agentes sanitarios y sociales, la familia nos dan muestra de ello?
▶ No solo nos dan muestra de ello, sino que nos enseñan el camino, son testigos vivos del cuidado amoroso que Dios tiene con los enfermos. Ellos son el reflejo de Dios cada vez que se ponen ante un enfermo y lo atienden con delicadeza, dejando a un lado sus propias necesidades.
¿Cuáles son los resultados de la labor que realiza la Unión de Enfermos Misioneros? ¿Cuáles son las metas por alcanzar?
▶ Más que resultados hablamos de frutos en favor de las misiones. Y yo hablaría de retos. Los resultados son maravillosos ya que nuestros enfermos le encuentran sentido a su enfermedad y una vez que descubren que la enfermedad puede ser una forma de ayudar a Cristo a salvar almas, les cambia la vida.
Deciden ofrecer la quimioterapia, el dolor, las limitaciones físicas por los misioneros, y para que surjan vocaciones en territorios de Misión. El gran reto es ese, seguir promoviendo la UEM, para que los enfermos oren por las misiones y siendo misioneros en la enfermedad ayuden en la extensión del Reino de Dios.
En su experiencia, ¿cómo es cuidar de un enfermo? ¿Cómo ha sido caminar junto a ellos?
▶ He estado en mis primeros años de vida religiosa en un asilo de ancianos, es decir, mi formación fue atendiendo a abuelitas que en su mayoría estaban solas y muy enfermas. Creo que esto marca y nos ayuda a valorar toda nuestra vida, ya que desde el primer momento de entrar al convento optas libremente por servir a abuelitas enfermas. Creo que el Señor siempre es muy generoso cuando haces algo por sus preferidos (pobres y enfermos), y los enfermos aprenden incluso a agradecer lo mucho o poco que puedas hacer por ellos.
Acabamos de celebrar la Jornada Mundial del Enfermo, ¿qué tarea nos deja? ¿A qué nos invita?
▶ El lema creo que resume muy bien el objetivo: «Cuida de él». La compasión como ejercicio sinodal de sanación. Lo dice el Papa en su mensaje con estas palabras: “La Jornada Mundial del Enfermo, en efecto, no sólo invita a la oración y a la cercanía con los que sufren. También tiene como objetivo sensibilizar al pueblo de Dios, a las instituciones sanitarias y a la sociedad civil sobre una nueva forma de avanzar juntos”.
Por lo cual, podemos decir que todos volteemos la mirada a los enfermos y juntos construyamos el reino de Dios, ellos desde la enfermedad que es ofrecida y nosotros mediante el servicio generoso.
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Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 12 de febrero de 2023 No. 1440