Enrique González es un sacerdote argentino del Instituto del Verbo Encarnado, que vive en Alepo, Siria. Atiende en su parroquia a decenas de víctimas del terremoto que tienen miedo de regresar a sus casas y le han pedido ayuda, alojamiento y consuelo. El presbítero conversa con  ACN:

¿Cómo es la situación después de más de tres días del terremoto?

La situación sigue siendo caótica porque día a día aumentan las personas necesitadas que buscan ayuda, que están desesperadas por una crisis continua, por casi 12 años de guerra, el embargo económico, el Covid, una reciente epidemia de cólera y ahora el terremoto. Pero tanto la Iglesia católica, como la Iglesia ortodoxa, estamos tratando de hacer todo lo que podemos por los más afectados.

¿Qué labor estáis haciendo en estos días?

Mucha gente se ha ido a sus pueblos ante el miedo de réplicas del terremoto y el peligro que más edificios se desplomen. Otros han salido a las calles, a lugares abiertos. Otros han buscado refugio en las parroquias, en salones parroquiales. Nosotros hemos acogido 80 personas en el obispado latino, que es donde vivimos. Les damos comida, mantas, medicinas, lo que necesiten, y estamos atendiendo también sus necesidades espirituales, hemos celebrado juntos la Misa. Ahora hay mucha incertidumbre, porque no sabe qué va a pasar con sus casas, así que tenemos que ir viendo día a día, tomando decisiones en función de las nuevas necesidades que van viniendo.

¿Cómo describirías el momento cuando comenzó el terremoto?

Yo estaba solo en mi apartamento del obispado. Me desperté por el ruido que hacían las puertas de mi armario. Así que cogí algo de ropa y me puse debajo de una columna, busqué un parte sólida de la casa. A la vez me fui vistiendo porque presentí que iba a ser un momento de mucho trabajo, de salir a buscar a posibles víctimas. Entonces, escuché que la estructura de edificio crujía, pensé que era el fin y me encomendé a la Inmaculada Concepción.

¿Cuáles serían las necesidades más importantes en estos momentos?

Aquí se necesita material de higiene, alimentos, leche en polvo para los niños, medicamentos, mantas, etc. Luego es es fundamental la calefacción, el combustible, que es muy difícil de conseguir. Y por supuesto tenemos que buscar cómo reparar las casas de estas personas, para que pueden volver a sus hogares pronto.

¿Qué palabra puedes decir a estas personas que estáis apoyando?

Hay algo extraño y edificante a la vez. La expresión de la gente en general, lo primero que les sale a ellos comentar es: «Gracias a Dios que seguimos vivos». Agradecen lo poco que les queda. A pesar de la catástrofe, no vemos un ambiente depresivo. Hay un ambiente de agradecimiento, de preocupación, pero de agradecimiento de seguir con vida. Esto es algo sorprendente, es algo sobrenatural.

¿Qué mensaje quiere transmitir a los benefactores de ACN?

Que por favor recen por las víctimas de este terremoto en Turquía y Siria. Que ayuden en lo que puedan. Y que también ellos den gracias a Dios por lo que tienen, que nos quejemos menos, y que veamos lo afortunados que somos que podemos compartir con los demás.

AYUDA A SIRIA:

Ayuda a la Iglesia Necesitada, Fundación de la Santa Sede, fue promovida por el Papa Pío XII e iniciada por P. Werenfried van Straaten en 1947, para ayudar pastoralmente a la iglesia necesitada o que sufre persecución en cualquier parte del mundo. Cuenta con 22 oficinas nacionales y apoya proyectos en más de 140 países del mundo, incluido México.


 

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