Por Alejandro Cortés González-Báez

Hoy quiero tocar el tema de la intimidad. Desde mi perspectiva considero que es un tema tan importante como olvidado, sobre todo en un mundo donde está de moda exhibirse y exhibir a los demás. Ante tanto oído de curioso y tanta lengua viperina no resulta raro escuchar de vez en cuando frases como: Calladito te ves más bonito.

Miguel Ángel Martí García, en su libro: “La intimidad. Conocer y amar la propia riqueza interior” nos dice: ¿Y cuáles son los temas que suelen hablarse cuando una persona decide compartir su intimidad con otra? La pregunta es tan amplia que podría contestarse que todos, porque todos los temas que pueden preocupar a una persona, de alguna manera pertenecen a su intimidad. Evidentemente, hay cuestiones que de raíz están ubicadas en nuestro núcleo más íntimo… La tarea, desde luego es difícil, porque el mundo interior de la personalidad del hombre es una malla tupida, y sus hilos son difíciles de aislar, todos están íntimamente entrelazados.

El mundo amoroso constituye una parte importante de la intimidad de la persona. El amor entre un hombre y una mujer, el amor a los hijos, a los amigos, a los familiares, en fin, el amor a los seres queridos con todas sus corrientes de correspondencia, de hielos y deshielos, de remansos o de fuertes impulsos, sólo lo hablamos con quien abrimos nuestra intimidad.

Nuestras ilusiones, objetivos, metas, proyectos, son otra parcela, que no permitimos ver a quien nos es extraño y poco querido, o tal vez es un simple compañero. Tenemos cifradas tantas esperanzas en eso que nos depara el mañana, que no queremos por nada del mundo que venga un desconocido a dirigir el tráfico de nuestros proyectos… Estados de ánimo, ese mar en cuyas aguas mansas y transparentes a veces parecemos flotar tranquilos, o que nos arroja más allá de nosotros… El hombre se diferencia del animal en que en su cara puede reflejar algo distinto de lo que siente en su corazón; en cambio el animal no tiene esa capacidad, el animal es naturalmente sincero; el hombre no; el hombre puede disimular; puede manipular la expresión de su rostro, de su mirada, el tono de voz para no dar a conocer lo que tiene por dentro, lo que piensa.

Nuestra situación ante el problema de Dios, el sentido de la vida y nuestro compromiso religioso es otra gran cuestión de lo que estamos tratando… Hay otro tema que, por una razón o por otra, sustraemos al conocimiento de los demás, que no son nuestros íntimos, y es el tema del dinero; incluso se considera de mala educación preguntar por esta cuestión a quien voluntariamente no nos satisface esa curiosidad. El dinero provoca envidias, o estimula el engreimiento, crea intereses ajenos o se teme que nos lo pidan… únicamente en la intimidad se abre el cajón de la información para enseñar las cuentas corrientes, los beneficios o los números rojos.

En definitiva, abrir las puertas de mi intimidad significa permitir que los demás entren en mí y en mi vida; y eso, sólo unos pocos se lo han ganado.

www.padrealejandro.org

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 19 de marzo de 2023 No. 1445

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