Al cumplirse los 10 años de Pontificado de Francisco, se publica en Argentina un libro-entrevista con el Pontífice titulado El pastor. Él responde a las preguntas de dos periodistas argentinos (Francesca Ambrogetti, ex-directora de agencia ANSA en Argentina, y Sergio Rubin, del diario El Clarín) desde la perspectiva de haber pasado ya una década en ese servicio único que es el Trono de San Pedro. Ellos ya le entrevistaron en 2010, siendo arzobispo de Buenos Aires, en el libro El jesuita.

El nuevo libro consta de 19 capítulos y 346 páginas, e incluye un prólogo escrito por el mismo Francisco alabando la perseverancia de los periodistas.

El Papa hace política, pero no de partidos

Uno de los temas del libro es la relación del Papa con lo político.

“Sí, hago política, porque todos deben hacer política”, admite el Pontífice. Luego añade: “¿Y qué es la política? Una forma de vida para la polis, para la ciudad. Lo que yo no hago, ni debe hacer la Iglesia, es política de partidos. Pero el Evangelio tiene una dimensión política, que es transformar la mentalidad social, incluso religiosa, de las personas”. Busca, dice, orientar la mentalidad hacia el bien común.

Concreta además que “nunca estuve afiliado al partido peronista, ni siquiera fui militante o simpatizante del peronismo. Afirmar eso es una mentira. Tampoco estuve afiliado a Guardia de Hierro [fue un partido peronista, de izquierda, activo de 1962 a 1974; nota de ReL]. Pero en la hipótesis de tener una concepción peronista de la política, ¿qué tendría de malo?”

“No condeno el capitalismo”

También niega ser anti-capitalista. “No condeno el capitalismo como me adjudican algunos. Tampoco estoy en contra del mercado, sino a favor de lo que Juan Pablo II definía como ‘economía social de mercado’. Esto implica la presencia de una ‘pata’ reguladora, que es el Estado, que debe mediar entre las partes. Es un mesa de tres patas: Estado, capital y trabajo”.

Y añade: “En lo que todos podemos estar de acuerdo es en que la concentración de la riqueza y la desigualdad han aumentado. Y que hay mucha gente pasando hambre”.

Afirma además: “En ninguna parte de la Biblia figura un mandamiento de producir pobreza. Sí es bienaventurado el pobre de espíritu, el que no está apegado a la riqueza. Pero de ninguna manera está mal producir riqueza para el bien de todos. Diría más: producir es un acto de justicia”.

“Es importante la defensa de la vida”

Hablando sobre aborto y eutanasia, el Papa especifica: “Es importante la defensa de la vida en todos sus momentos, no solo desde la concepción, sino hasta la muerte natural. Además, no basta con oponerse al aborto y desinteresarte de una mujer con un embarazo no deseado. Por otra parte, debemos acompañar a quien abortó porque ciertamente es una decisión traumática con consecuencias anímicas”.

Sobre las personas con sentimientos homosexuales que “sufrieron el ‘rechazo de la Iglesia’”, dice, “les haría saber que no es el ‘rechazo de la Iglesia’, sino de ‘personas de la Iglesia’; la Iglesia es madre y convoca a todos sus hijos”. Considera que los padres que apartan a un hijo por tener esos sentimientos cometen “una falta de paternidad y maternidad”.

La lucha contra los abusos sexuales

Francisco señala que “el abuso sexual no solo es un delito, sino un delito grave cuyo daño es irreparable y obviamente demanda una severa condena”. Está convencido de que la Iglesia ya empezó a tomar medidas eficaces contra los abusos antes de su elección como Papa. “El informe que la Justicia de Pensilvania difundió en 2018 detectó poquísimos casos desde 2002”, pone como ejemplo.

Aún quiere ir a Argentina

Comenta además que él quiere hacer algún viaje a Argentina, donde no ha estado desde que fue elegido Pontífice. “El propósito de viajar a la Argentina sigue vigente. Es injusto decir que no quiero ir”, afirma. También se declara dispuesto a ir a China: “¡Mañana mismo, si fuera posible!”.

“Me siento joven”

El Papa, que tiene 86 años y problemas en la rodilla, afirma que no se siente viejo. “Me siento joven. No sabría decir de cuántos años, pero me siento joven”, asegura. “Soy un hombre feliz. Lo fui en mi infancia y a lo largo de mi vida sacerdotal. Lo sigo siendo”, añade. ¿La causa? “Soy feliz porque seguí mi vocación y puedo desarrollarla”.

Respecto a la hipotética posibilidad de que por enfermedad tuviese que renunciar al gobierno de la Iglesia, afirma que, igual que un obispo suele vivir sus últimos años en su última diócesis, “como soy obispo de Roma me iría a la casa de sacerdotes ancianos de la ciudad”.

P.J.G/Religión en libertad

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 5 de marzo de 2023 No. 1443

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