En la familia, la primera comunidad de vida, los esposos deben compartir todas las responsabilidades como fieles compañeros de viaje.

Por Raúl Espinosa Aguilera

NOTA: En el número anterior de El Observador, el maestro Raúl Espinoza tocó el tema de la fidelidad en el matrimonio, la familia numerosa, el “invierno demográfico” que enfrenta el mundo “civilizado” y las predicciones del “crecimiento cero” de muchos años atrás. La segunda parte de este artículo se publica ahora.

¿Pero qué es una familia? Como afirma el especialista Ángel Rodríguez Luño:

La familia es una sociedad estable que tiene por objeto la propagación de la especie humana, y en la que sus miembros, por medio de la comunidad de vida y de amor, hacen frente a las necesidades materiales y morales de la vida cotidiana.

Dedicarse a la crianza de los hijos, alimentarlos, quererlos, educarlos en sus diversas etapas, es una tarea que exige plena dedicación a los pequeños y luego adolescentes. ”El fin primario del matrimonio es la generación y educación de los hijos” afirma Santo Tomás de Aquino. Los esposos se ayudan en el camino de sus vidas a sobrellevar penas, enfermedades y dificultades y, ante todo, son fieles compañeros de viaje.

Actualmente los padres se dividen esas tareas y funciones. Se ha roto el viejo tabú en el sentido que los hombres no podrían entrar a la cocina para preparar alimentos. Ahora colaboran con la esposa en la tarea de cocinar y, por supuesto, en mil asuntos de la limpieza de la casa.

Hay una doctora que tiene dos hijos: Naty y Dany. Algunas veces el marido lleva a su trabajo a la niña, de cinco años, y la doctora carga con su bebé de escasos dos años al consultorio. Desde luego llega el momento en que me comenta que le resulta cansado cuidar de Dany porque es sumamente travieso. Pero, continúa, Naty y Dany son “dos maravillosos regalos de Dios”. Y son la causa de la felicidad tanto de su marido como de ella.

Por otra parte, tengo muy grabado el recuerdo de una entrevista que le hicieron a un periodista por su larga carrera de logros profesionales. Había entrevistado a los presidentes de Estados Unidos, de Cuba, de Francia, de Alemania, al primer ministro de Gran Bretaña y un largo etcétera. Comentó -el afamado comunicador- que se sentía halagado con tantos reconocimientos.

De pronto, interrumpió el hilo conductor de la entrevista y añadió:

Pero hay algo que no me perdono a mí mismo. Con tantos viajes y entrevistas a mis hijos los vi nacer y poco más, pero, después, no supe nada de ellos. Cuando me percaté del paso del tiempo, me di cuenta que ya eran profesionistas mayores y éramos unos perfectos extraños que dormíamos bajo el mismo techo. No me tenían ninguna confianza y nunca se acercaban a pedirme un favor o a preguntarme algo. ¡Ha sido una verdadera pena y siento un fracaso en mi papel de padre!

En conclusión, la familia es por naturaleza la primera comunidad de vida, de educación y de perfeccionamiento humano.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 11 de junio de 2023 No. 1457

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