Por Arturo Zárate Ruiz
Pongamos en primer lugar las novelas. «La novela es la forma más popular de literatura», nos dice Chesterton, pues «la novela es más verdadera que…otros libros». Y nos lo explica: «Nuestra existencia puede dejar de ser una canción; puede dejar de ser incluso un hermoso lamento. Puede que nuestra existencia no sea una justicia inteligible ni siquiera una equivocación reconocible. Pero nuestra existencia es, a pesar de todo eso, una historia», es decir, una novela. Por ser nuestro espejo, preferimos leerla.
Pero no todas son buenas, aunque sean aclamadas. Muchas posmodernas y de “avanzada” están contaminadas con ideologías falsas y el ateísmo. Mienten sobre el hombre porque niegan su trascendencia y la posibilidad de bondad, aun cuando parezca que nos ofrecen un “final feliz”, como aplaudirle al pervertido su perversión. ¿Para qué amargarse con ellas, que postulan el sinsentido? Sepamos, pues, elegir las buenas lecturas. Tolkien nos lo explica en El Señor de los Anillos:
«…los cuentos que eran importantes, estaban llenos de oscuridad y peligro, a veces uno no querría saber el fin, porque, ¿cómo podría ser un final feliz?, ¿cómo podría ser el mundo como antes cuando han pasado tantas cosas malas? Pero al final, las sombras sólo son transitorias, aun la oscuridad debe terminar. Vendrá un nuevo día, cuando el sol brille iluminará hasta la claridad. Esos eran los cuentos que permanecían, que tenían significado, aunque fuera demasiado pequeño para entender por qué. Pero, mi señor Frodo, creo que sí lo entiendo, ahora lo sé, porque la gente en ellos tuvo ocasión de dar la vuelta y nunca lo hizo, siguió caminando porque tenía algo de lo cual aferrarse».
Aun una tragedia pagana como Antígona, que terminó en muerte, afirmó la dignidad humana y la superioridad de la ley divina que exige respeto incluso a los muertos.
Leamos los clásicos y los que prodigan buen humor, como Don Quijote. Pero, leer novelas no quiere decir escoger siempre la gran literatura. A mí me gusta descansar, entretenerme. Lo hago con historias de detectives famosos como Sherlock Holmes, Hércules Poirot y el Padre Brown. No me opongo a que mi hija lea novelas rosas.
Ahora bien, no toda lectura tiene que ser entretenimiento. Si hay algo que decir de los buenos libros, es que sirven para el enriquecimiento personal, y muchos lo ofrecen.
Hay los que aportan conocimientos básicos: biología, geografía, aritmética, historia… Le recomiendo que no tire los textos de sus hijos, aunque sean de secundaria o aun de primaria. Son fuente de consulta. Un libro básico de lógica de prepa, por su sencillez de exposición, me sirvió para no perderme en los vericuetos de los estudios de posgrado.
Si usted no aspira a ser especialista en una actividad o habilidad, pero aun así requiere aprender lo básico, le recomiendo buscar lo publicado por la colección “for Dummies”. Se le llama así porque hasta los “tontos” entienden la enseñanza. Sé que usted no lo es, pero para qué batallar con instructivos farragosos, cuando puede usted aprender en un dos por tres, por ejemplo, cómo reparar una fuga de agua. Hay libros en español.
Urge aprender filosofía por la imbecilidad rampante en la cultura contemporánea. Pero cuidado, no agarrar cualquier libro, ni siquiera cualquier texto básico, que aun allí puede usted encontrar memez. Le recomiendo empezar con la Historia Sencilla de la Filosofía, de Rafael Gambra. Expone correctamente sus problemas básicos y las respuestas verdaderas. Si se atreve a leer las grandes obras, ahí están los Diálogos de Platón, que aun con sus errores ilustran un método para razonar. Le recomiendo Gorgias, para empezar. Es un encuentro de box mental. Lea además algunas obras de Aristóteles, como su tratado de la amistad, que lo encontrará en su Ética. Lea las pruebas de la existencia de Dios y el tratado de las pasiones en la Suma de Teología de Tomás de Aquino. Pero, en cualquier caso, evite a filósofos que piensan demasiado en lugar de acercarse a la realidad.
En cuanto a religión, mejor vaya a misa. En cuatro años acabará de oír la Biblia casi completa. Y respecto a autores amenísimos que reúnen la filosofía y teología, está Chesterton. Su Ortodoxia y su El hombre eterno no tienen igual.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 25 de junio de 2023 No. 1459