Se ha presentado en Nueva York el Informe sobre Seguridad Alimentaria y Nutrición en el Mundo 2023, realizado por la FAO, el FIDA, UNICEF, el PMA y la Organización Mundial de la Salud. Debido a la pandemia del Covid-19, las perturbaciones climáticas y las guerras, 122 millones de personas más carecen de alimentos que en 2019. El consumo de alimentos altamente procesados está creciendo en las zonas periurbanas y rurales. La urbanización afecta a la producción agrícola.

Por Vatican News

En 2022 el hambre golpeó a entre 691 y 783 millones de personas, una media de 735 millones en todo el mundo: así lo revela el informe de la ONU sobre «El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2023. Urbanización, transformación de los sistemas alimentarios y dietas saludables en el continuo rural-urbano», presentado hoy en Nueva York en un acto especial paralelo al Foro Político de Alto Nivel (FPAN) del Comité Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC). Debido a la pandemia del Covid-19, a una sucesión de perturbaciones climáticas y a varios conflictos, entre ellos la guerra en Ucrania, se ha producido un aumento de 122 millones de personas con respecto a 2019, según los datos. Con uno de cada cinco afectados por el hambre, es decir, más del doble de la media mundial, África sigue siendo tristemente el continente más afectado por la crisis alimentaria. «No faltan motivos para la esperanza: algunas regiones están en vías de alcanzar algunos de los objetivos relacionados con la nutrición para 2030», afirmó el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, en un mensaje de vídeo emitido durante la presentación del informe, «pero en general es necesario salir al rescate de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, con una acción mundial enérgica e inmediata. Tenemos que aumentar la resiliencia frente a las crisis y perturbaciones que causan inseguridad alimentaria, desde los conflictos hasta la crisis climática».

Redoblar los esfuerzos para transformar los sistemas alimentarios

En el prólogo del informe, el Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), QU Dongyu, el Presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), Alvaro Lario, la Directora Ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Catherine Russell la directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Cindy McCain, y el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, escriben que «alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible ‘Hambre Cero’ para 2030 es, sin duda, un reto enorme» y que en 2030 casi 600 millones de personas podrían seguir pasando hambre. «No tenemos más remedio que redoblar nuestros esfuerzos para transformar los sistemas alimentarios», añaden.

2,400 millones de personas no tienen acceso a alimentos

Hojeando las páginas del estudio de la ONU, leemos que aproximadamente el 29,6% de la población mundial, es decir, 2.400 millones de personas, carece de acceso constante a los alimentos, y unos 900 millones de individuos están expuestos a una grave inseguridad alimentaria. La capacidad de acceder a alimentos saludables también se deterioró a nivel mundial: en 2021, el 42% de la población mundial, o más de 3,100 millones de personas, carecía de ellos. En comparación con 2019, hubo un aumento global de 134 millones de individuos. Y hay millones de niños menores de cinco años que siguen sufriendo malnutrición: en 2022, 148 millones de ellos (22.3%) presentaban retraso en el crecimiento, 45 millones (6.8%) mostraban signos de delgadez excesiva y 37 millones (5.6%) tenían sobrepeso. En cambio, se ha avanzado en la lactancia materna exclusiva, ya que el 48% de los niños de hasta 6 meses se benefician de esta práctica, una cifra que se acerca al objetivo fijado para 2025.

La urbanización está cambiando los sistemas agroalimentarios

El informe también muestra que la creciente urbanización está estimulando y condicionando la transformación de los sistemas agroalimentarios. La simple noción de «brecha» entre la ciudad y el campo ya no es suficiente, según la ONU, para entender el fenómeno y se necesita una perspectiva más compleja, ampliada al continuo urbano-rural, que considere tanto el grado de conectividad entre las personas como los tipos de conexiones que unen las zonas urbanas y rurales. El informe también señala que la compra de alimentos es significativa no sólo entre los hogares urbanos, sino también entre los que viven lejos de los centros urbanos. Además, el consumo de productos alimentarios altamente procesados en algunos países también está creciendo en las zonas periurbanas y rurales.

Más inseguridad alimentaria en las zonas rurales

Persisten las desigualdades geográficas: la inseguridad alimentaria afecta más a las personas que viven en zonas rurales; la inseguridad alimentaria moderada o grave afecta al 33% de los adultos que viven en zonas rurales y al 26% de los que viven en zonas urbanas. La malnutrición infantil también muestra especificidades urbanas y rurales: el retraso del crecimiento es más frecuente en las zonas rurales (35.8%) que en las urbanas (22.4%). Lo mismo puede decirse de la emaciación, que es mayor en las zonas rurales (10.5%) que en las urbanas (7.7%), mientras que el sobrepeso es ligeramente más frecuente en las zonas urbanas (5.4%) que en las rurales (3.5%). Para promover eficazmente la seguridad alimentaria y la nutrición, el informe recomienda que las intervenciones políticas, las acciones y las inversiones se guíen por una profunda comprensión de la cambiante y compleja interacción entre el continuo urbano-rural y los sistemas agroalimentarios.

 


 

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