El español Daniel Ibáñez ha hecho de su hobby su pasión. Llegó a Roma hace casi 10 años y comenzó a tomar fotografías solo por gusto y hoy es el fotógrafo más joven acreditado en el Vaticano. Esto le ha permitido viajar con el Papa Francisco y un día tomar el valor de escribirle hasta obtener respuesta. Hoy Daniel está por vivir la JMJ Lisboa 2013 desde un panorama muy especial: consiguió acreditación para ir a bordo del avión papal.
Por Rubicela Muñiz
–Daniel, ¿qué hacías en el momento en que nombran a Jorge Mario Bergoglio como Papa?
R: Estaba en la escuela de manejo tratando de conducir. Yo he llegado al Vaticano un año después de su elección y recuerdo que estaba en la escuela de manejo y leí en Twitter que “Habemus papam”. Y me fui rápidamente a casa de mis abuelos y vi el momento histórico en que el Papa Francisco fue elegido.
Luego más tarde, en el verano del 2013, viaje para Brasil a la JMJ y no me imaginaba que un año después trabajaría tan cerca de él. Yo recuerdo que lo vi súper lejos y lo vimos pasar muy rápido, como dos segundos. Unos meses después tuve la suerte de poder verlo muy cerca. Me acostumbré a verlo demasiado cerca.
–¿En qué momento te acreditan o cómo fue esa selección?
R: En realidad yo vine para hacer servicio. Había una chica americana que hacía fotos en fin de semana y como un mes después me dieron una cámara de fotos y me dijeron, “aparte de que vas a la entrevista a ayudar”, porque era asistente de video, “te llevas la cámara y haces unas fotos”. Y lo que empezó así, lo empecé a hacer cada día.
Primero fueron tres meses, después me pidieron que me quedara tres meses más, luego otros tres. Y luego me dijeron que había un contrato por tres años y ya no he vuelto a casa.
–¿Cómo has visto la evolución de Francisco?
R: Él ha sido un misionero en la tierra. No ha ido a España ni ha ido a Argentina. Él ha decidido ir a lugares en donde no hay una fe, donde los católicos son minoría. Siempre pienso que tiene la fuerza de un búfalo. Su misión evangelizadora, su labor social con los refugiados, con los migrantes. Realmente da voz a aquellos que no tienen voz. Ese es el carisma del Papa Francisco.
–¿Qué has valorado de él?
R: Yo como católico nunca hubiera pensado estar tan cerca del Papa. Quiero dejar en claro que no soy el secretario del Papa, sino un fotógrafo que lo ve cuando pasa cerca. En lo personal, me guardo dos gestos súper importantes en mi vida. El primero fue que, en el año 2017, empecé a escribir una carta y le escribí como tres cartas diciéndole quién soy y qué era. Y las primeras, pues, un poco recibes la respuesta formal del Vaticano y a la tercera que hice corrí con la suerte de que el Papa me llamó por teléfono y obviamente no sabía qué decir. Me quedé pálido, callado. Me tuvo que decir las cosas como cuatro veces. Me invitó a Santa Marta a la eucaristía de la mañana y pude intercambiar un par de fotos.
–Pero tuviste otros encuentros, ¿no es así?
R: A mi jefe se le ocurrió lo mismo que a mí y fue recibido junto con su familia. Y nos dio el “consejo” de que si queríamos dejarle algo al Papa, se lo podíamos dejar sobre un escritorio en determinados días. A mí se me ocurrió ir a dejar una invitación de mi boda y le pedí que rezara por nosotros. Tres meses antes de casarnos recibimos una llamada de la Casa Pontificia. Nos invitaban a ver en privado al Papa.
El 12 de agosto de 2021 tuvimos la suerte de estar media hora con él, los tres solos. Fue un detalle muy bonito de su parte. Él pensaba que mi mujer era española y le dije que era portuguesa y empezó a hablar del pueblo de Portugal y nos regaló un libro en castellano e hizo lo posible por conseguir uno en portugués para regalárselo a ella.
–¿Qué es lo que más destacas de Francisco?
R: Su empatía. Tiene la capacidad de escuchar y realmente centrarse en ti. Que me haya dado media hora de su vida, nunca lo voy a olvidar.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 30 de julio de 2023 No. 1464