Encuentro juvenil de Lisboa cuenta con el beato milenial

Por José Antonio Varela

Uno de los 13 patronos que tiene la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Lisboa (Portugal), a realizarse en la primera semana de agosto, es el joven beato italiano Carlo Acutis. Su fama y devoción se ha extendido rápidamente entre los jóvenes y los que no lo son tanto…

Entre estos se encuentran algunos padres de familia, quienes se acercan a su vida y figura, para rescatar signos y señales, que les sirva de ejemplo para formar, ellos también, buenos hijos. ¿Carlo era un «superdotado» de la fe? ¿Acaso un niño prodigio de la religión? ¿O solo fue un niño dócil a las enseñanzas de sus padres, que querían hacer de él una persona coherente en su actuar?

La mamá de un milenial

En un breve encuentro que sostuve en Madrid con la mamá de Carlo Acutis, doña Antonia Salzano, cuando presentó un libro de su autoría (San Pablo, 2023), pude hacerle algunas de las preguntas señaladas líneas arriba y constatar así que, también hoy, los hijos pueden ser formados (con perseverancia y testimonio), para que sean auténticos cristianos.

Ella se empeñó en transmitirle a Carlo los valores y virtudes necesarios, una convicción que la ha llevado a difundir la importancia de la educación cristiana en los hogares modernos.

La atracción de este joven italiano, nacido en 1991 y fallecido en 2006, radica en su testimonio de amor a Cristo, a la Virgen María y a la Eucaristía, desde muy temprana edad. Sumado a esto, es admirado por su empeño en poner las nuevas tecnologías, como era la incipiente internet de entonces, al servicio de la evangelización y el apostolado de la Iglesia, lo que ha llevado a identificarlo como el «Apóstol de los milenials» y el «Influencer de Dios».

Formar a un santo

Lo primero que se me ocurrió preguntarle a la señora Antonia fue ¿qué tanto hicieron sus padres en el despertar de la vida cristiana de Carlo? Sin casi pensarlo nos confesó algo: «Con mi marido teníamos valores de coherencia. Los padres deben tenerlos y ser coherentes con los hijos».

Y se extendió: «En casa teníamos valores como la amistad, la generosidad, la justicia, la verdad, la caridad… Son valores que todos pueden tener, pero cuando una persona tiene una meta como es el cielo y a Dios en el corazón, lo lleva a vivir eso».

Mientras sus ojos de italiana se encendían y agudizaba su escaso español, nos recomendaba que «no se debe ver solo la televisión, sino se debe hablar sobre todo de la vida de Jesús y de los santos a nuestros hijos y hacerles ver que hay una vida diferente, que hay personas especiales, que es importante pensar en el prójimo y no solo en sí mismos, para salir de nuestro egoísmo».

Un materialismo que mata

Siempre nos ronda la inquietud de por qué los padres consienten tanto a sus hijos, con cosas materiales y superfluas, impidiéndoles acceder a otros conocimientos o experiencias, así como tener mejores miradas ante la vida, como es la solidaridad, el servicio, la compañía a los ancianos, entre otras experiencias humanas y cristianas, únicas e insustituibles.

Al estar ante la madre de un adolescente que ha alcanzado los altares, no podíamos obviar esa misma inquietud y fue enfática: «La materialidad es una sensación de tener seguridad, porque somos muy inseguros. La marca conocida es la que nos da seguridad, o el iPhone, porque todos lo tienen. Los padres hacen muchos sacrificios, para que el chico tenga el último iPhone y si no lo tiene, se frustran y es una tragedia».Se despidió de nosotros con un consejo, que solo puede darlo quien ha percibido de cerca la santidad en alguien y que va por más…

«Hoy es difícil educar a los hijos, porque ambos padres trabajan, mientras los hijos están frente a la televisión, con el internet y con peligros que hay, como son la pornografía, alcohol, drogas».

¿Una sugerencia?, le pedimos. «A grandes males, grandes remedios; y algunos de estos son los sacramentos, así como rezar juntos el rosario, que es contemplar la vida de Jesús con María. También tenemos que leer la sagrada Escritura, porque es el Espíritu que nos convierte, nos configura y transforma».

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 30 de julio de 2023 No. 1464

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