En su mensaje con motivo del 44º Encuentro de Rímini, que comienza el domingo 20 de agosto, el Papa Francisco invita a construir una cultura de paz con gestos concretos, superando el individualismo y abriendo «caminos de encuentro y diálogo»
Por Tiziana Campisi – Vatican News
Los cristianos y todas las personas de buena voluntad no deben permanecer «sordos al grito que se eleva a Dios desde este mundo nuestro», para construir «una cultura de paz allí donde cada uno de nosotros vive». Necesitamos «gestos concretos» y «opciones compartidas», los discursos no bastan.
Es la invitación que dirige el Papa Francisco en el mensaje dirigido a monseñor Nicolò Anselmi, obispo de Rímini, firmado por el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, con motivo del 44º Encuentro por la Amistad entre los Pueblos, que se celebra del 20 al 25 de agosto.
El «camino que todos pueden recorrer» y que la Iglesia alienta continuamente es «reconciliarse en familia, con los amigos o los vecinos, rezar por los que nos han herido, reconocer y ayudar a los necesitados, llevar una palabra de paz» a todas partes, dice Francisco, volviendo a proponer lo que dijo en su discurso a los participantes en el Encuentro Mundial sobre la Fraternidad Humana «No solos», del pasado 10 de junio.
Nadie se salva solo
Y así, en un tiempo en el que «la guerra y las divisiones siembran resentimiento y miedo en los corazones», en el que «el otro que es diferente de mí, es percibido a menudo como un rival», y en el que «la comunicación global y omnipresente» hace de esta «actitud generalizada» una mentalidad y provoca que «las diferencias aparezcan como síntomas de hostilidad», y da lugar a «una especie de epidemia de enemistad», el tema del Encuentro de Rímini – «La existencia humana es una amistad inagotable» – va «claramente a contracorriente» – observa el Papa – añadiendo que la actual es «una época marcada por el individualismo y la indiferencia, que generan soledad y muchas formas de descarte».
«Una situación de la que es imposible escapar por las propias fuerzas», porque «nadie puede salvarse solo». Por eso Dios envió a su Hijo, «definitivamente un horizonte nuevo», pero también «una palabra nueva para tantas situaciones de exclusión, de desintegración, de clausura, de aislamiento», reitera el Papa, recordando su homilía en Asunción del Paraguay, del 12 de julio del 2015.
Jesús y la amistad con el hombre
En la práctica – aclara Francisco – «el Espíritu de Cristo resucitado rompió la soledad dando al hombre su amistad, como pura gracia», y, como recordaba don Luigi Giussani en el volumen «El camino hacia la verdad es una experiencia», a través de este don «se disuelve la soledad humana».
“La experiencia humana ya no es la de una impotencia desoladora, sino la de una conciencia y una capacidad enérgica» y «la fuerza del hombre es un Otro, la certeza del hombre es un Otro» y «la existencia humana es una amistad inagotable».
Tener amigos enseña a abrirse, a compartir la vida
La amistad, la verdadera amistad, «ensancha el corazón» – subraya el Papa – que en Christus vivit define a los amigos fieles como «reflejo del afecto del Señor, de su consuelo y de su presencia amorosa», precisando que «tener amigos nos enseña a abrirnos, a comprender, a preocuparnos por los demás, a salir de nuestra comodidad y aislamiento, a compartir la vida».
La reflexión de don Giussani en el libro «Por la compañía de los creyentes» lleva a la misma conclusión, donde leemos que «la verdadera naturaleza de la amistad es vivir libremente juntos por el destino» y que uno no puede llamarse amigo si no ama «el destino del otro por encima de todo, más allá de cualquier provecho».
Hermanos en Cristo
En su mensaje, Francisco señala también – como ya lo subrayó en la Fratelli tutti, que «el amor al otro por lo que es nos impulsa a buscar lo mejor para su vida» y que «sólo cultivando este modo de relacionarnos haremos posible la amistad social que no excluye a nadie y la fraternidad abierta a todos».
Y «precisamente la amistad social» es para el Papa «la única posibilidad incluso en las situaciones más dramáticas, también ante la guerra». De ahí el aliento a los participantes en el Encuentro por la Amistad entre los Pueblos, que es «lugar de amistad entre las personas y los pueblos» y abre «caminos de encuentro y de diálogo», para que nunca falte «la disponibilidad a una amistad inagotable», ya que está «fundada en Cristo y sobre la roca de Pedro», para que se capte «el bien que cada uno puede aportar a la vida de todos».
Promover la cultura del encuentro
Por último, Francisco identifica «el terreno en el que puede enraizarse la experiencia de la amistad que construye la historia» en la «experiencia humana, que compartimos con toda persona, sea cual sea la tradición cultural y religiosa a la que pertenezca» y afirma que la amistad es «dejar que el otro entre en la propia vida».
De ahí el deseo «de que el Encuentro por la Amistad entre los Pueblos siga promoviendo la cultura del encuentro, abierta a todos, sin excluir a nadie, porque en todos hay un reflejo del Padre que ‘da a todos la vida y el aliento y todo’ y el deseo de que cada uno de los participantes aprenda a acercarse a los demás a la manera de Jesús».