Por P. Alejandro Cortés González-Báez
Según datos que obtuve en Internet, la famosa canción I can´t get no de los Rolling Stones, conocida también como Satisfaction, fue grabada en mayo de 1965, siendo posiblemente la canción más emblemática de este grupo, convirtiéndose en el primer número uno de la banda en Estados Unidos, y abriendo para ellos una nueva etapa en cuanto a éxito comercial se refiere. En ella hacen uso de lo que se conoce en la música como “riff” o sea una frase musical breve, melodiosa, rítmica, y contagiosa.
La letra, traducida al español, dice algo así como: “No puedo obtener ninguna satisfacción. Cuando estoy conduciendo mi coche y oigo a un hombre en la radio que me está hablando mucho sobre alguna información inútil… Cuando estoy viendo la televisión y viene alguien que trata de convencer de lo blancas que pueden quedar mis camisas…, pero no puede ser un hombre, porque no fuma los mismos cigarros que yo. (Nota: ¿Quizás de mariguana?). Cuando estoy dando la vuelta al mundo, y estoy haciendo esto, y estoy firmando aquello, y estoy con una chica, que me dice: cariño, mejor vuelve la semana que viene, ¿No ves que estoy en una mala racha?” Y a lo largo de toda la grabación se repite una y otra vez la famosa frase: No puedo conseguir satisfacción.
Esta canción tuvo un éxito muy fuerte y rápido en su país. Quizás sería por su connotación sexual. Se volvió en un himno para una generación en los años 60 que estaba inconforme con lo que vivía. Bien lo dijo entonces Mick Jagger, el líder de la banda: “La mayoría de los jóvenes no están satisfechos con la generación que controla sus vidas”. Este principio lo seguimos encontrando en la relación entre el rock y las generaciones que vinieron después, descontentas con lo que sucede a su alrededor.
Sin duda a casi todos nos resulta más atractivo obtener todo lo que nos gusta de manera rápida y sin esfuerzo, pero a diario nos encontramos con casos de personas de todas las edades, que no se sienten realizadas, ni mucho menos felices. La experiencia nos está demostrando que con los avances de la ciencia y la técnica no conseguimos disminuir la insatisfacción de mayores, jóvenes… ¡y niños!, sino que por el contrario, está creciendo un tema que va de la mano, y que es la ansiedad. Esto, según mi opinión, es más grave, pues considero que ese estado patológico se convierte en un catalizador del mundo de las drogas y otras dependencias como el juego, el alcohol, el sexo, y el mundo irreal —fantasioso— de las pantallas.
En definitiva, nuestro tan deseado mundo de progreso nos está encarcelando en la tristeza existencial. Hay mucha soledad acompañada, y lo que todos necesitamos es atención. El amor —que es el motor de la humanidad— debe comenzar por la atención que nos pongamos unos a otros. De lo contrario estaremos sumidos en un abandono y la soledad —reales o subjetivos— pero en los dos casos muy dañinos. Los hijos necesitan que sus padres les hagan saber que son importantes para ellos, y viceversa; al igual que los esposos entre sí.
Esto requiere dedicación de tiempo y como leía hace poco: “Cuando una persona está realmente interesada en ti, te habla hasta cuando está ocupada”. www.padrealejandro.org
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 13 de agosto de 2023 No. 1466