Abel Velázquez Nieves es un joven que ha interpretado el papel de Jesús durante dos años consecutivos en el Viacrucis. Esposo y padre de dos niños, narra a El Observador de la Actualidad cómo los momentos de la Pasión de Cristo lo han envuelven en paz, amor y fervor, no sólo por su fe católica, sino en los momentos de prueba. Este joven de 36 años comparte cómo ha vivido, no sólo físicamente, sino espiritualmente para poder representar la Pasión de Jesús.
Por Mary Velázquez Dorantes
–Abel, ¿Nos puedes contar cómo vives el encuentro con Cristo a través del Viacrucis?
Lo vivo con un poco de temor porque soy miedoso ante el sacrificio físico y el sufrimiento, pero cuando estoy en la calle con la Cruz a mis espaldas, cuando me siento agotado por el caminar durante el Viernes Santo, me encomiendo a Dios e internamente le digo: “Señor, tú siempre me ayudas”. Entonces, durante estos dos años en los que he interpretado el papel de Jesús, Él me ayuda a vencer el miedo.
Y como experiencia puedo compartir que, durante el primer año, yo caminaba con la Cruz, estábamos a punto de llegar a lo que se representaba como Calvario y estaba agotado, adolorido porque, aunque es una representación, sí hay golpes físicos. La Cruz me pesaba, los pies me ardían. Entonces me encomendé a Dios y sentí un calor en mi pecho que se expandía y me llenaba de amor. Fue un momento íntimo. Por mi parte no podía parar de llorar, pero eran lágrimas de felicidad. Entonces, entre el miedo que es muy humano y el amor de Dios, he podido representar la Pasión del Señor.
–¿Cómo es que te preparas para llegar al Viernes Santo?
Hay dos formas de prepararse. La primera, y más importante, es la espiritual, estar en confesión, comunión, visitar al Santísimo, mi rosario de la Sangre preciosa de Cristo y el apoyo de un asesor espiritual, que es mi sacerdote. Los viernes de la cuaresma realizo el ayuno de Daniel, que consiste en frutas y verduras. Pero, como humano, cometo errores y durante la cuaresma hago el propósito para resistir a la tentación. Luego está la preparación física. Todas las tardes en el atrio parroquial ensayamos nuestros diálogos y, en mi caso, junto con los dos personajes que representan a los bandidos, tomamos nuestro madero. Yo camino con mi madero todos los días, es una forma de abrazarme a este para el Viernes Santo.
–Toda la Pasión del Señor está llena de mensajes fuertes, ¿cuál es el que más te impacta y llega a tu corazón?
Quizás la oración en el huerto porque nos refleja a la humanidad y cómo es que el Hijo de Dios también fue humano. Esta sólo, esta triste, siente abandono, siente miedo, un miedo que, repito, yo siento constantemente. Es tentado, pero sabe que la única forma de consuelo es su Padre. Entonces yo me abandono a este pasaje y digo: “Dios siempre está con nosotros” por más dura que sea la prueba. Y entre muchas palabras del Evangelio, este pasaje me consuela, me llena.
–¿Cómo podrías compartir con otros jóvenes el amor por la Pasión del Señor?
La locura de la Cruz es el amor más grande que nadie ha sentido jamás por nosotros. Yo les diría a los jóvenes que no tengan miedo de tomar su Cruz y seguir al Señor. Hay una frase de Jesús que dice: “he estado esperando con amor este momento”. Entonces internamente me pasan muchas cosas por la cabeza, es un momento de dolor, de agonía y de muerte y Jesús lo estuvo esperando con ansias. Entonces, ¿por qué nosotros nos debemos resistir a este amor tan grande, tan puro, tan loco, pero tan maravilloso? No tengan miedo de seguirlo.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 27 de agosto de 2023 No. 1468