Por P. Prisciliano Hernández Chávez, CORC.

Qué importante y esencial a toda persona el realizarse al asumir su responsabilidad en su misma condición de persona, lejos del individualismo, de las manipulaciones y de los colectivismos gregarios.

El amor responsable revela a la persona auténtica; se funda así la comunión de personas tan valorada por el gran filosofo Wojtyla y Papa Santo, Juan Pablo II.

En este contexto, diríamos, de la filosofía de la persona de Karol Wojtyla, podríamos enmarcar la parábola de los talentos, que Jesús como gran Maestro y divino Pedagogo nos ofrece en Mateo 25, 14-30.

Originalmente los talentos eran monedas romanas de gran valor; por extensión se ha convertido en sinónimo de dotes personales, como de dones de naturaleza, de gracia y de circunstancias que Dios, Dador de todo bien, nos ha ofrecido para hacerlos fructificar, para su gloria, para bien de los demás y para nuestro propio ennoblecimiento.

La mutua donación de los esposos en orden a que el amor retoñe y se prolongue en los hijos por el sacramento del matrimonio; el sacramento del bautismo, de la confirmación, de la eucaristía que nos configuran con Cristo para poner a nuestro mundo y a nuestra historia el sello del amor oblativo; el sacramento del sacerdocio para hacer presente a Cristo Sacerdote en las acciones ministeriales. Que Cristo Sacerdote vea a través de nuestros ojos humanos, bendiga a través de nuestras manos, ame a través de nuestro corazón. Ser sacramento-persona de Cristo en el sacrosanto misterio de su sacerdocio.

El sustrato o soporte de esos dones, es la persona cuyo ser se revela en entera libertad en las acciones.

Por eso la postura de quien no hace fructificar sus dones, implícitamente está negando en sí mismo la condición de persona; se sierra a la alteridad y a la comunión, por el miedo al riesgo, cae en la postura del caracol que se encierra en sí mismo ante los retos y desafíos de la vida.

Cuántos hoy en franca insolencia atacan al Papa Francisco, y se presentan como los defensores de una ortodoxia que ni siquiera es tal, y más bien es defensa de un conservadurismo que no es la sana y fructífera tradición que lleva en verdad a asumir nuevos desafíos en la evangelización.

La XXXV Asamblea de Pastoral, que en breve se celebrará en la Diócesis de Querétaro, es un ejercicio de sinodalidad, donde están en activo representantes de todo el Pueblo de Dios: Obispo, presbíteros, diáconos, seminaristas, miembros de la vida consagrada, laicos, -hombres y mujeres. Hermanos en comunión nos ponemos a la escucha del Espíritu Santo para discernir, caminar juntos, es decir en sinodalidad, en una búsqueda creativa para este nuestro mundo y nuestro tiempo que ha cambiado radicalmente.

  • No se trata de vaciar los contenidos de la fe, sino de hacerla operativa en nuestro contexto cultural, familiar y social.
  • No se puede ser esclavo de un espíritu timorato, asustadizo y tibio que entierra sus talentos.

Jesús condena la autoconservación de una falsa prudencia tan peligrosa como paralizante.

Ser persona con espíritu responsable en nuestro hoy, asumiendo el pasado y proyectando el futuro de quien nos ha invitado a hacerlo presente con nuestra vida donada en el gozo de quien pone el sello del amor en sus palabras y acciones.

Solo el amor construye la sociedad del mañana, como civilización de la comunión de persona interpersona, querida por Nuestro Redentor, Jesús.

 
Imagen de Marcela en Pixabay


 

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