Por Mauricio Sanders

La burocracia es el resultado de un gobierno que se entromete en los asuntos de la vida privada y familiar. Sin embargo, no cualquier entrometimiento gubernamental es burocrático. Para que haya burocracia, se debe constituir una casta social de pedantes que pretenden regular nuestra dieta y hábitos, supervisar nuestros estudios, calificar nuestro trabajo, dictar nuestras opiniones, dirigir nuestra vida, saber qué es mejor para nosotros y, en general, hacerse responsables en lugar nuestro de lavarnos los dientes y ponernos la piyama.

El paraíso de universitarios

La burocracia, casta separada del resto de la sociedad, se gana la vida al inventarse tareas, para así tener derecho a mejor sueldo y pretexto para incrementar su número. La burocracia es la excrecencia natural que se produce al surgir una masa de empleados que fueron a la universidad, donde la mayoría de las materias, aunque difíciles de pasar, carecen de valor por sí mismas, pues no son sino elaborados ejercicios mentales que no producen sino tablas de Excel y presentaciones de PowerPoint.

Constituida por universitarios, la casta burocrática cuenta con conocimientos científicos y filosóficos apenas suficientes como para erigirse en crítica de vidas ajenas. Receta panaceas para nuestra humanidad doliente y se siente autorizada a forzarnos a tragar su medicina. Vive en la íntima convicción de que sus medidas mejoran nuestra vida o, cuando menos, sus porciones más importantes. En consecuencia, cualquier postura que se aparte de sus programas será superflua y, si las contradice, será perjudicial, por lo que se le debe eliminar lo antes posible, para así dejar campo libre a la influencia benéfica de los benévolos burócratas.

Diez millones de burócratas

La burocracia cunde sobre la faz de la tierra. Según datos de la OCDE, el país con más burócratas es Noruega, donde un tercio de la PEA está a sueldo de gobierno. Detrás vienen Suecia y Francia, con 25% más o menos. A pesar de las apariencias, en México la burocracia todavía no invade el cuerpo social: entre los países con más burócratas en términos porcentuales, este país no se encuentra entre los primeros diez y está por debajo de Canadá y Estados Unidos.

No obstante, el Estado mexicano es el empleador más importante del país. El número de burócratas que trabaja directamente para alguno de los tres Poderes de la Unión comprende un ejército de varios millones de individuos. Si se considera que burócrata es todo aquel que trabaja para la administración pública a cualquiera de sus tres niveles, municipal, estatal o federal, o para los organismos públicos descentralizados, entonces el número debe andar por diez millones de personas cuyo salario se paga con impuestos.

En consecuencia, el número de burócratas en México representa como una sexta parte de los trabajadores del país, la cual, según el INEGI, anda por los 60 millones. En contraste, Femsa, el mayor empleador privado, tiene apenas unos 300 mil empleados. Las diez empresas privadas con mayor volumen de ventas suman alrededor de un millón y medio.

¿La bajará la próxima presidenta?

La burocracia echa montón. Los millones de burócratas, aun sin sumar a la familia que come de su sueldo, pueden hacer ganar a cualquier candidata. En términos de votos, cultivar la burocracia es un negocio redondo. ¿Alguien cree que Gálvez o Sheinbaum va a proponer una reducción al número de burócratas? ¿Bajarles el sueldo? ¿Reducir sus prestaciones? ¿Disminuir su influjo?

Habrá de bastarnos con que la ganadora no pretenda multiplicarlos. Así también es la democracia.

mauriciosanders.com

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 5 de noviembre de 2023 No. 1478

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