Por José Ignacio Alemany Grau, obispo
Reflexión homilética 7 de enero de 2024
Hoy celebramos la Epifanía, es decir, la manifestación de lo alto, del cielo.
La liturgia nos invita a meditar un triple momento de manifestación: la llegada de los Magos, el agua convertida en vino en Caná de Galilea y el bautismo de Jesús en el río Jordán.
Todo esto es una manifestación del poder de Dios para que caminemos valientes en la fe.
Los magos, en este día, nos dicen: «Hemos visto salir la estrella del Señor y venimos con regalos a adorarle».
El día del bautismo también nosotros hemos visto la gracia que, como una estrella, quiere iluminarnos toda la vida hacia una eternidad feliz.
¿Hemos seguido la estrella con la valentía y generosidad de los Magos o nos ha importado poco la estrella que simboliza a Jesús?
Isaías
Una página impresionante del profeta. El mundo entero cubierto por tinieblas y en Jerusalén rompe la luz que se ofrece a todos los pueblos.
Por eso, vienen de lejos: «Caminarán los pueblos a tu luz… levanta la vista en torno, mira: todos esos se han reunido, vienen a ti».
Las promesas del profeta son impresionantes ya que parece que Isaías está viendo a los Magos llevando sus tesoros a Belén.
Salmo 71
Nos invita a glorificar al Señor: «Se postrarán anti ti, Señor, todos los pueblos de la tierra…».
Solo Él merece todas las alabanzas:
«Que los reyes de Saba y Arabia le ofrezcan sus dones. Que se postren ante Él todos los reyes y que todos los pueblos le sirvan».
San Pablo
Se siente feliz porque el Señor le ha permitido descubrir y proclamar el gran secreto, es decir «que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Jesucristo por el Evangelio».
Este es, pues, el gran secreto: todos los hombres de la tierra, sin distinción, están llamados a gozar de la historia de la salvación que en el Antiguo Testamento conocieron únicamente los del pueblo de Israel.
Verso aleluyático
Los Magos proclaman el regalo de Dios, el descubrimiento de la estrella que simboliza a Jesús: al verla nos pusimos en camino y «venimos a adorar al Señor».
Evangelio
Solo por una moción especial del Espíritu Santo se puede hacer algo así como describe el Evangelio de San Mateo:
Ver una estrella especial. Buscar en tradiciones y escritos. Encontrarse con una profecía. Caminar largo tiempo en un grupo numeroso y con regalos de valor.
Preguntar en el palacio del jefe de un pueblo y ponerse en camino hacia Belén. Entrar en una casa y descubrir en una mujer sencilla que tiene un niño, como cualquier otro, al Mesías.
El momento cumbre es cuando «cayendo de rodillas lo adoraron; después abriendo sus cofres ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra».
En la fe de nuestra tradición se trata de unas personas santas que adoran al Verbo encarnado, en nombre de todos los gentiles que son llamados por la providencia a la salvación, igual que es llamado el pueblo de Israel, como nos ha manifestado San Pablo en este día.
Volvamos a nuestra propia vida:
¿Qué influencia ha tenido en nosotros la estrella más hermosa, Jesús, que Dios puso en nuestro camino?
Imagen de Pablo Elices en Pixabay