Por P. Fernando Pascual

Encontramos con frecuencia frases como las siguientes: “la ciencia ha establecido que…” “Las opiniones son falibles, la ciencia no lo es”. “La ciencia alcanza verdades benéficas para la humanidad”.

Sobre todo, frases que inician con la fórmula “la ciencia ha establecido que…” suponen que sobre un tema ya se habría llegado a un nivel de verdad indiscutible o, por lo menos, bastante claro.

Lo que pasa es que “la ciencia” no existe como un sujeto que haga afirmaciones sobre los átomos, los genes, los productos químicos y los cambios en el clima.

Lo que sí existen son científicos, seres humanos que tienen las cualidades y los defectos que nos caracterizan a casi todos los que pertenecemos a la misma especie de “homo sapiens”.

Esos científicos viven en un tiempo concreto. Ello explica que hace 500 años los científicos aceptaban en una gran mayoría el geocentrismo, mientras que hoy aceptan otros modelos astronómicos.

Esos científicos trabajan con medios más o menos precisos. Por eso, hace más de un siglo “veían” que los átomos no tenían partes, mientras que hoy buscan, gracias a instrumentos muy sofisticados, nuevas subpartículas atómicas.

Algunos de esos científicos necesitan dinero y buscan la fama. Por eso ocurre que un número (esperamos que muy reducido) de ellos inventan “descubrimientos” con datos falseados, otros copian o roban los estudios de sus colegas, y no faltan los que se someten a lo que les impongan quienes les financian.

Muchos científicos honestos saben que los datos que hoy son vistos como válidos mañana serán corregidos, o incluso refutados. Por eso son conscientes de que la buena investigación tiene que reconocer, en muchos temas, que no se ha llegado a verdades indiscutibles.

Por lo anterior, y por otros aspectos humanos que afectan la vida de nuestros científicos, tendríamos que reconocer que “la ciencia” abstracta no existe, ni establece nada, ni llega a certezas que nunca podrán ser discutidas.

Si llegamos a reconocer esto, seremos capaces de encuadrar adecuadamente el precioso trabajo que tantos científicos realizan con honestidad y con rigor, en su esfuerzo por conocer mejor, en la medida de lo posible, la realidad en tantos ámbitos del mundo complejo en el que vivimos.

Sobre todo, quienes no somos científicos, pero dependemos de muchas informaciones que ellos nos ofrecen, seremos capaces de pedir a los investigadores que trabajen seriamente y desde buenos principios éticos y, sobre todo, que busquen siempre el bien de todos los que compartimos una misma humanidad y un mismo esfuerzo colectivo para mejorar un poco este mundo que hemos recibido como herencia.

 
Imagen de felixioncool en Pixabay


 

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