Por P. Fernando Pascual

Podemos encontrar conferencias, libros y páginas de Internet que ofrecen consejos para “trabajar bien”.

Desde luego, antes de buscar maneras para trabajar bien necesitamos tener motivaciones eficaces.

Buscamos trabajar bien cuando nos damos cuenta de las mil necesidades que hay en casa, en la oficina o en la fábrica, en el condominio, en el barrio, en la ciudad.

Buscamos trabajar bien cuando sufrimos por culpa de la ineficiencia de otros y, sobre todo, de nuestra propia ineficiencia.

Buscamos trabajar bien cuando vemos cómo corre el reloj y no hemos realizado ni la mitad de los objetivos que habíamos previsto para una mañana.

Buscamos trabajar bien cuando hemos tenido esa hermosa satisfacción de unas horas a pleno ritmo y con excelentes resultados.

Buscamos trabajar bien cuando vemos que el tiempo empieza a rendir, que tenemos más minutos para otras actividades, que la situación mejora en casa y en los demás ámbitos de nuestra vida.

Existen, no podemos negarlo, resistencias y barreras que nos hacen difícil ese buen trabajar.

A veces, son malos hábitos que nos hacen perder el tiempo de modo casi compulsivo, sobre todo en un uso desordenado de Internet.

Otras veces, son perezas que nos atan a rutinas fáciles a la hora de acometer las diversas tareas, a pesar de que luego constatamos los pocos resultados y la ineficiencia de nuestros actos.

Incluso tenemos miedo al esfuerzo, al riesgo, a ese desgaste que implica lanzarnos con energía a una tarea desde nuevos métodos y con más organización.

Pero siempre que experimentemos esa dicha de una tarea llevada a cabo con “las reglas del arte” y desde un esfuerzo generoso, nos damos cuenta de que vale la pena invertir lo mejor de nuestras vidas en algo tan difícil y tan sencillo: trabajar bien…

 
Imagen de Quân Lê Quốc en Pixabay


 

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