- El Video del Papa de febrero, mes en que la Iglesia celebra la Jornada Mundial del Enfermo, hace un llamamiento para que los enfermos terminales “reciban siempre los cuidados y el acompañamiento necesarios, tanto desde el punto de vista médico como humano”.
- “Curar si es posible, cuidar siempre”, afirma Francisco al hacer referencia a Juan Pablo II en el videomensaje que dirige a través de la Red Mundial de Oración del Papa.
- El Papa remarca también el “papel decisivo” de las familias, que “no pueden quedarse solas”.
El Papa Francisco pide oración y compromiso para los enfermos terminales y sus familias en la edición de febrero de El Video del Papa. El Santo Padre comparte su intención de oración en este mes que enmarca la Jornada Mundial del Enfermo, convocada desde 1992 por Juan Pablo II el 11 de febrero, memoria litúrgica de la Virgen de Lourdes.
Francisco constata que “hay dos palabras que, cuando algunos hablan de enfermedades terminales, las confunden: incurable e in-cuidable. Y no son lo mismo”. “Curar si es posible, cuidar siempre”, afirma Francisco haciendo referencia a Juan Pablo II en el videomensaje que dirige a cada creyente, a través de la Red Mundial de Oración del Papa.
Cuidar y curar
Una pareja, de espaldas, contempla el mar: el niño abraza a la niña, que se ha quedado sin cabello a causa de la quimioterapia. Una niña está en la cama de su abuelo, en el hospital, abrazándole. Un hombre está junto a la cama de su padre, con una Biblia en el regazo y un Rosario en las manos. Una enfermera acompaña al jardín a un paciente que ya no puede caminar. Un médico explica a una familia el difícil camino que tendrá que recorrer a partir de ahora con su ser querido.
Según cómo las miremos, las imágenes de El Video del Papa de febrero nos hablan de una serie de fracasos o de éxitos: fracasos, si el único resultado aceptable es la sanación; éxitos, si el objetivo es el cuidado. Sanar y curar parecen sinónimos, pero no lo son. Francisco lo explica claramente: incluso cuando hay pocas posibilidades de curación, “todos los enfermos tienen derecho al acompañamiento médico, al acompañamiento psicológico, al acompañamiento espiritual, al acompañamiento humano”. Y continúa: “No siempre se consigue la curación. Pero siempre podemos cuidar al enfermo, acariciar al enfermo”.
Enfermos, familias y cuidados paliativos
En nuestra cultura del descarte no hay lugar para los enfermos terminales. Y no es casualidad que, en las últimas décadas, la tentación de la eutanasia haya ido ganando terreno en muchos países. En cambio, Francisco nos invita a mirar al enfermo con amor -a comprender, por ejemplo, que el contacto físico puede dar mucho incluso a quien ya no es capaz de hablar y parece no reconocer ya a sus propios familiares- y a acompañarle de la mejor manera posible, durante todo el tiempo que necesite.
No se trata de prolongar innecesariamente el sufrimiento: al contrario, el Papa insiste en la importancia de los cuidados paliativos y de la familia, que -como escribió la Congregación para la Doctrina de la Fe en la carta Samaritanus bonus de 2020- “está al lado del enfermo y da testimonio de su valor único e irrepetible”.
Sobre los cuidados paliativos, Francisco reitera que “garantizan al paciente no solo la atención médica, sino también un acompañamiento humano y cercano”. En tanto, al hablar sobre el rol de las familias, recuerda que “no pueden quedarse solas en esos momentos difíciles”, pues “su papel es decisivo y tienen que tener los medios adecuados para desarrollar el apoyo físico, espiritual y social”.
Por eso, el Papa concluye pidiendo las oraciones y el compromiso de todos para que “los enfermos terminales y sus familias reciban siempre los cuidados y el acompañamiento necesarios, tanto desde el punto de vista médico como humano”.
Como el Buen Samaritano
El Padre Frédéric Fornos S.J., Director Internacional de la Red Mundial de Oración del Papa, presente en 89 países, con más de 22 millones de católicos, pregunta: “¿Para qué sirve rezar por esta intención? ¿No sería suficiente que el Papa hiciera una declaración sobre este tema? ¿Realmente cambia algo rezar? Son preguntas que quizás nos planteemos.” El P. Fornos continua: “Cuando la enfermedad llama a la puerta de nuestra vida, siempre aflora en nosotros la necesidad de tener cerca a alguien que nos mire a los ojos, que nos tome de la mano, que manifieste su ternura y nos cuide, como el Buen Samaritano de la parábola evangélica. Esta cercanía y cariño con las personas en fase terminal podría parecer accesorio y secundario respecto al acompañamiento médico, al igual que puede parecerlo la oración; sin embargo, este apoyo es esencial. Es el amor que se expresa a través de estos gestos y nuestra oración. En esos momentos difíciles, las familias tienen un papel decisivo, dice Francisco. Oremos, pues, para que los enfermos terminales y sus familias reciban siempre los cuidados y el acompañamiento necesarios”.