Editorial
Las elecciones que se avecinan han sido calificadas, con justa razón, como unas elecciones históricas. Los especialistas en la materia dicen que se trata de elegir entre un país de un solo hombre (o de una sola mujer) y otro, el que se ha construido a trancas y barrancas, en el que puede haber instituciones más o menos sólidas y algunas independientes del poder ejecutivo.
El reciente mensaje de los obispos mexicanos, “Un compromiso que trasciende las urnas: llamado a la oración perseverante rumbo a las elecciones”, marca, también, un giro histórico. A través de un video, reproducido ya miles de veces, los obispos piden oraciones a la vida contemplativa de México y a todos los fieles para que las elecciones del 2 de junio transcurran “en paz y transparencia”. Y agregan: “y que todo el pueblo mexicano haga conciencia de su compromiso nacional para que salga a votar y elija dirigentes que busquen sinceramente el bien común”.
No faltarán las voces –de dentro y de fuera de la Iglesia—que protesten antes esta “injerencia” de la Iglesia en la política. Atentos a este posible señalamiento, los obispos mexicanos han decidido promover el voto libre, razonado, civilizado, ajeno a presiones, dádivas, usos políticos de la pobreza o acarreo. De ahí el lema de la campaña de oración y acción: “Yo saldré a votar como gesto de servicio, justicia y paz”. Saben muy bien que, si vuelve a triunfar por un lado la indiferencia y por el otro el odio, nuestro país tomará el rumbo de la autocracia.
Justamente en esta edición de El Observador nos unimos a ese mensaje y volvemos a publicar (lo hicimos ya el año pasado) una pieza magistral salida de la pluma de don Mario De Gasperín Gasperín, obispo emérito de Querétaro. También el resumen de los talleres para discernir y votar de los obispos de la región pastoral Bajío. Quien quiera leer, que lea. Quien quiera discernir, que discierna.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 3 de marzo de 2024 No. 1495